Por Concha Gómez Cadenas

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Poch, Amparo 1948Escribir la historia acerca de cómo terminé haciendo mi tesis doctoral sobre Amparo Poch será en algún momento el argumento de una novela. Nuestras dos biografías quedaron entrelazadas desde el día en que, por pura casualidad, me pidieron que escribiera una reseña del libro, Amparo Poch. Una mujer libre, escrito por Antonina Rodrigo, para el periódico local de mi ciudad. Al poco tiempo, Antonina pasó también a ser otro personaje importante en mi vida y, espero que también, en mi futura novela. Más adelante, lo hicieron Hortensia y Aurora y, así, un sinfín de personas que, a lo largo de estos años he ido conociendo, en relación con lo que terminé por llamar en el hartazgo final, “la puta tesis”.

Empezar un artículo con una palabra malsonante, parece poco adecuado pero, después del bloqueo que he sufrido, por haberme visto sujeta a rigideces metodológicas y a correcciones interminables, he decidido escribir este texto “a vuela pluma”. Aquí y ahora empiezo a pensar como narradora y, aunque este artículo será como un puente entre la tesis y la novela, voy a permitirme licencias al contar de otra forma como fue el final de la vida de Amparo.

Uno de los objetivos de mi tesis consistía en analizar su biografía intentando comprenderla desde los valores éticos que ella mismo quiso defender, detectando su coherencia con los mismos. Plantear este objetivo implicaba profundizar en su biografía y en su obra. Para ello, partimos de los dos libros publicados por Antonina Rodrigo en 2002. Enseguida me puse en contacto con ella y, gracias a su colaboración, pude conocer a algunas personas del entorno libertario próximo a Amparo que accedieron a entrevistarse con nosotros. En esta parte de la investigación combinamos la perspectiva antropológica con la histórica. Buscar en archivos y hemerotecas, recuperar y ordenar un sinfín de datos resultó ser una labor estimulante. Pero lo mejor fue conocer a muchos anarquistas que se han portado conmigo de una forma altruista y generosa. No sólo me aportaron información importante, sino que su pasión por compartir conmigo vivencias y creencias me han hecho comprender cómo mi protagonista se entregó tan firmemente a defender sus ideales y vivir su profesión

Cuando al fin, redacté mi tesis, en el capítulo de resultados, incluí un apartado que consiste en la descripción de su vida “basada en hechos” (1). Repasaré brevemente trayectoria a través de los diferentes lugares donde vivió:

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Poch, Amparo_Placa Consultorio en Zaragoza

Zaragoza

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Nació en una familia humilde. Su padre era militar y había ingresado en el ejército como soldado raso. Por ello, hasta que Amparo no tuvo 14 años la familia vivió en casa de unos familiares. EnPoch, Amparo Expediente académico con 28 Matrículas de honor este primer domicilio nacieron sus cinco hermanos, dos de los cuales fallecieron. De su etapa en Zaragoza, destacamos sus estudios: primero, Magisterio, por imposición paterna, ya que la profesión médica no era propia de mujeres. Pero, al obtener matrícula de honor, pudo convencer a su padre para cursar la carrera de Medicina, en la que de nuevo obtuvo matrícula de honor en todas las asignaturas y premio fin de carrera. En Zaragoza abrió dos consultas, dedicadas a mujeres obreras y a sus hijos. Fue elegida vicesecretaria del Colegio Oficial de Médicos y trabajó en el Hospital Clínico. También comenzó a escribir: una novela y multitud de artículos en prensa. Empezó también a relacionarse con el ambiente progresista de la redacción de los periódicos y con los círculos anarquistas. En noviembre de 1932, contrajo matrimonio civil con Gil Comín Gargallo pero, al poco tiempo, abandonó el hogar conyugal para trasladarse a Madrid.

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Madrid

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Vivió en la capital desde mayo de 1934 hasta noviembre de 1936 y su actividad fue múltiple. Abrió una consulta, estudió Puericultura, se afilió al Sindicato Único de Sanidad de la CNT y pasó consulta en sus locales de manera gratuita. Impartió clases, cursos, charlas… Todas sus actividades se relacionaban con tres pertenencias: la que la relaciona con el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña; las derivadas de su vinculación al grupo Mujeres Libres y la tercera, con el grupo pacifista internacional: War Resisters’ International. WRI (en español: Liga de Refractarios a la Guerra. IRG). En noviembre de 1936 es nombrada consejera-médico en el ministerio ocupado por Federica Montseny y se traslada, junto con el resto del gobierno, a Valencia.

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Valencia

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En esta ciudad mantuvo las actividades arriba destacadas, pero se volcó especialmente en la atención a los niños que habían sido desplazados con motivo de la guerra. Promovió la sustitución de los orfanatos por hogares infantiles y gestionó las colonias infantiles que acogían a los niños que serían llevados a diferentes países. Tenemos constancia de que supervisó personalmente dos colonias en Francia y que en el hogar infantil de Burjassot desarrolló una gran implicación y relación directa con los niños. También promovió otras iniciativas gestadas en la agrupación Mujeres Libres, como fueron los liberatorios de prostitución.

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Barcelona

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Poco después se trasladaría a la Ciudad Condal tras la dimisión de los ministros anarquistas y su consiguiente cese como consejera. Allí, su labor consistió en dirigir un instituto de enseñanza de Mujeres Libres. Su misión fundamental consistía en educar, concienciar y formar a las mujeres para capacitarlas y que fueran capaces de tomar las riendas de su vida. Pero, a consecuencia de las necesidades generadas por la guerra, se dedicaron gran parte de los esfuerzos a formar a las mujeres para sustituir a los hombres que iban al frente en los trabajos que quedaban desiertos. Además de dirigir el Casal, Amparo dio clases de enfermería e intentó abrir una consulta gratuita para niños. Al llegar las tropas nacionales a Barcelona abandonó la ciudad, por el paso de Camprodón a Prats de Molló.

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Francia

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Ficha del consulado español en Montpellier, 1941

Ficha del consulado español en Montpellier, 1941

Al principio vivió en Prats de Molló, una colonia infantil sostenida por pacifistas ingleses, donde ejerció como médica. Al poco, se trasladó a Nîmes para reunirse con la cúpula del Partido Sindicalista. Sabemos que convivía con Francisco Sabater, secretario de este partido y última pareja que se le conoce. En Nîmes pasó por momentos muy duros, al ser Francia fue invadida por los nazis. Ella y su pareja fueron vigilados por la policía. Además, no podía ejercer como médico (aunque siempre atendió a sus compatriotas de forma irregular y sin percibir por ello remuneración alguna). Se ganaba la vida trabajando en una fábrica textil, realizando manualidades, siempre colaborando intensamente en las cadenas de solidaridad que se establecían entre los refugiados españoles. Cuando finaliza la guerra y se traslada a Toulouse, vuelve a trabajar como médico en los dispensarios de la Cruz Roja Republicana en el Exilio. De esta etapa son la mayoría de los testimonios de que disponemos que la muestran como una médica absolutamente dedicada a su profesión, hasta el extremo, que, aun estando muy enferma a resultas de un cáncer cerebral, continuaba acudiendo una y otra vez a la consulta, cuando se recuperaba de sus dolencias. Sus compañeros la apartaron a la fuerza, unas semanas antes de su muerte, debido a su mal estado. Sostenemos en nuestra tesis, que este fue uno de los motivos que llevó a Amparo a intentar quitarse la vida, hecho que propiciaría su muerte.

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En el capítulo dedicado a la discusión, realice un análisis sobre si la vocación médica en Amparo influyó en su actitud moral. Analizamos su trabajo asistencial a la luz del modelo propuesto por Laín Entralgo, que propone la relación terapéutica como una particular forma de amistad. Amparo, en su manera de tratar y comportarse con sus pacientes, no solo encaja perfectamente en esta propuesta, sino que, al estudiar su vida, me quedó claro que uno de los motores que la movieron fue ejercer la medicina. Esta reflexión me sirvió para buscar la coherencia en el final de la vida de Amparo Poch ante su posible intento de suicidio. Mi conclusión, copiada de forma literal, es la siguiente:

Su propio final fue coherente con su manera de entender la vida como “vida plena”. Si, como todo parece indicar, Amparo optó por intentar suicidarse, teniendo en cuenta los hechos que conocemos y los valores que creemos que entraron en juego, consideramos que su decisión fue trágica, pero coherente.”

 

A tal conclusión llegué después de analizar los motivos que llevaron a Amparo a intentar suicidarse. Mantengo las cautelas y matizó que el intento de suicidio de Amparo no es un dato totalmente contrastado, pero que se desprende del informe escrito por Sanjuan, el delegado de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA). Este había ido a visitarla, a petición de la persona que la atendía, quien esa misma mañana, la había encontrado en un estado lamentable. Amparo había consumido drogas y por este motivo fue avisado a un médico.

Cabe la posibilidad de que Amparo, habitualmente, necesitara tratarse con morfina para aliviar sus dolencias. A lo largo del estudio realizado, pude comprobar que Amparo no tenía problemas en utilizar morfina con sus enfermos si era necesario, pese a que este tratamiento desde siempre ha sido controvertido. Aludiremos en su favor que hoy la morfina se sigue utilizando, especialmente en enfermos terminales y es considerada el analgésico de referencia. Pero, además, también comprobé, por alusiones a ella en sus escritos, que asociaba esta droga con una forma de suicidarse, especialmente, en los profesionales sanitarios. Por esta razón, nuestra hipótesis es que ella utilizaba morfina como tratamiento propio y que, en un momento de desesperación ingirió una sobredosis.

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(…) El doctor llamado por la vecina era el doctor Garriec. Llegó a las 8 de la noche, la auscultó (su visita a mi parecer fue psiquiátrica), le dijo que por qué había tomado drogas, las encontró y se llevó. Le preguntó por qué no había ido al Dispensario y le contestó que se había levantado tarde. Otras preguntas, que fueron contestadas por ella.  Al marcharse dijo que volvería, enterándome que al día siguiente, domingo, la visitó nuevamente…” (2)

 

Unos días más tarde, su estado era tan deplorable que fue ingresada en el hospital Purpan, donde falleció.

El hecho de que el delegado de SIA emitiera el informe del que hemos extraído el párrafo anterior sugiere que realizaron una discreta investigación sobre las circunstancias que se dieron en torno a su muerte, lo que nos reafirma en nuestra hipótesis. Contamos, además, con la opinión de Hortensia, la hija de su enfermera, quien manifestaba que su madre consideraba muy probable que se hubiera intentado suicidar, dado el carácter de Amparo.

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De niña yo siempre escuchaba lo que decían los mayores, se decía que incluso ella se ayudó a irse, si según mi madre (…). Yo oí que sabiendo que estaba perdida, ella con ese carácter:

– Bueno si tengo que irme no esperare a estar completamente “como una verdura” come una legumbre, a estar inválida.

Y era una mujer capaz de (…). Mi madre tuvo la impresión de que lo hizo, mi madre era amiga, la iba a ver regularmente, se confesaban las cosas (…)

Sí, se tomó algo que tenía siempre con ella.” (3)

 

 

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Los últimos meses de la vida de Amparo habían sido un constante ir y venir de hospitales a centros de descanso. Es fácil comprender que, siendo ella una persona especialmente vital, llegó un momento en el que este declive final la desgastó hasta que no pudo más. A ello hay que sumar otros datos relacionados con su deriva vital, como el hecho de haberse quedado en Toulouse, después de que su compañero Francisco Sabater volviera a España. Me contaron en las entrevistas que esta separación le afectó mucho. Se mudó de casa y se la veía muy triste. No solo se quedó sola, sino que además estaba lejos de su tierra. Amparo siempre fue una gran amante de su patria. En sus primeras publicaciones escribió varios poemas dedicados a su Aragón natal. Pero, además, Antonina me contó lo que era bien conocido por sus amigos en Toulouse: ella disfrutaba escuchando jotas y, en alguna ocasión, hasta se animaba a cantarlas.

Personalmente creo y defiendo que uno de los motivos por los que ella no se planteó el regreso fue porque sabía que en España no iba a poder ejercer su profesión. En ese momento, los médicos que habían tenido algo que ver con sindicatos o cargos políticos durante la República eran represaliados y apartados de su trabajo. Esta sospecha quedó contrastada cuando encontré en el archivo del Colegio Oficial de Médicos de Madrid un documento fechado en agosto de 1941 por el que se la requería para proceder a su depuración profesional:

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c/5151

No habiendo presentado hasta la fecha en esta entidad la declaración jurada para proceder a su depuración profesional, que fue declarada obligatoria por Orden del Ministerio de la Gobernación de 5 de octubre de 1939, le agradeceré no deje de verificarlo en el término de diez días, pues en caso contrario, y bien a pesar de este Consejo Directivo, se vería en la precisión de adoptar medidas reglamentarias.” (4)

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Siguiendo con los motivos que la llevaron a suicidarse, sabemos que, cuando Amparo enfermó y necesitó que la cuidaran, su madre y su hermano, con quienes siempre mantuvo buena relación, ya habían fallecido, y sus hermanas, que vivían en Zaragoza, no quisieron acogerla. Para colmo, tampoco pudo permanecer en casa de los amigos que habitualmente la atendían debido a las carencias materiales que estos sufrían y, posiblemente también, a lo difícil que la convivencia con ella resultó en los últimos momentos, ya que, fruto de los padecimientos, su carácter se agrió y eran conocidos sus arranques de mal humor y malas maneras. He podido leer cartas de los amigos que la atendían, que se lamentan de ello y justifican no poder acogerla en esos momentos en los que ellos sabían que se sentía mal y sola.

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texto2

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“Toulouse 20 marzo 1967

Querida Amparo:

Acabo de recibir tus líneas. Nuestra posición sigue siendo la misma. La única variación es que ahora, con la llegada del buen tiempo, el trabajo doméstico que nos permite nivelar el presupuesto aumenta y a veces no nos permite respirar. Nuestra casa está a tu disposición si se trata como dice de esperar a que se resuelva lo que dices habéis iniciado. Pero te repito que carecemos completamente de intimidad y nos sería completamente imposible de ofrecerte el cuidado que tu estado merece. Quiero decir que sería una catástrofe para nosotros, dados los compromisos que tenemos con los sastres, el tener que romper el ritmo de nuestro trabajo, que, ya verás, es a veces desesperado. Gracia, que es la que debiera cuidarte, es la más esclava de la máquina. Yo ayudo lo que puedo y la cocina corre a mi cargo, así como las compras. A veces, cuando el trabajo aprieta comemos cualquier cosa y no nos acostamos antes de las once de la noche. Cuando digo carencia de intimidad es porque no tenemos una habitación sino el rincón de cocina que ya conoces que ofrecerte. Otro obstáculo es que viene bastante gente y a veces de lejos. Ahora mismo estamos esperando a unos amigos de Madrid que nos extraña no estén ya aquí. En este caso habría que prever que tu pasaras a tu casa en caso de un compromiso de este carácter, por todo el tiempo que durase la visita. Yo no sé si atreverme a proponerte otra solución. Que pasaras el día con nosotros si es la soledad lo que te atosiga y por la noche te acompañaríamos a tu casa. Sería una solución mixta que a todos nos aliviaría. Tú eres la que debes de pensarlo bien. Con lo que decidas avísanos. De todos modos este fin de semana estamos comprometidos para pasarlo en Tarbes en casa de un buen amigo. Ya está todo apalabrado y me sabría mal decepcionarlos. Así que haznos conocer lo que hayas decidido.

Con saludos de Gracia y míos.”

 

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Amparo se sentía mal por su enfermedad. Estaba sola y el detonante final fue cuando la cesaron en su trabajo. Según los testimonios, y las cartas que hemos consultado, los últimos meses de su vida Amparo tuvo momentos en los que parecía desorientada, actuaba en ocasiones de forma incongruente y errática e incluso temían que su estado mental no fuera el adecuado. Por ello, tan solo quince días antes del intento de suicidio había sido apartada de su profesión, por sus propios compañeros del consultorio. Amparo, que ejercía incluso estando ella ingresada, que atendía a sus enfermos a cualquier hora, fines de semana incluidos, que era amiga de sus pacientes y que no sólo los trataba medicamente sino que se implicaba en sus vidas, no podía entender vivir de otra forma que no fuera siendo médica. Toda su existencia había girado en torno a la dedicación profesional, y es de suponer que su proyecto vital se vino abajo.

Pero además creo que ideológicamente Amparo defendía, al igual que otros anarquistas, que el suicidio era una forma digna de morir, cuando la vida ya había perdido todo el sentido. (6)

Su amigo, José Peirats apuntó al respecto de la idea del suicidio: “hay que saber vivir y hay que saber morir”. Esta máxima al parecer era común entre los libertarios. Dolors Marin explica esto con las siguientes palabras

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Un tratamiento en profundidad sobre el suicidio entre los anarquistas se escapa del presente trabajo, aunque hemos de señalar que desde los años treinta del siglo XX se han manifestado partidarios de esta opción. La reflexión libertaria ante el deterioro del propio cuerpo y la merma de las facultades principales llevó a los libertarios a buscar una “salida” digna. La mayoría de nuestros entrevistados no mostraron su miedo a la muerte, pero sí a la pérdida del control de su cuerpo y de sus emociones. La literatura libertaria muestra múltiples ejemplos, así como también su cosmogonía particular: desde las inmolaciones en atentados de finales del XIX y principios del XX (Morral), a los miembros de acción que deciden suicidarse antes de entregarse a la policía en los años de la guerrilla urbana. También la muerte de los presos del campo de concentración de Albatera (Máximo Franco y Evaristo Viñuales) ante la inminente tortura y humillación. O aquella de los ancianos que deciden morir en una acción espectacular. Algunos de nuestros entrevistados optaron por el suicidio y también varios de los autores de las memorias recogidas. Algunos de estos suicidios fueron enmascarados por sus familiares, por lo que hemos decidido no citar los nombres.” 7)

 

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Y si nos centramos en el entorno más próximo a Amparo Poch, recordamos, que en la revista Mujeres Libres, se publicó un artículo, en el que se planteaba como una conquista la creación de un Instituto de Eutanasia, donde aquellos empeñados en morir pudieran tener ese “final deseado y adecuado a su desdicha”.

Este artículo no aparecía firmado y por lo tanto se atribuye al comité de redacción de la revista formado por Mercedes, Lucía y ella misma:

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NUEVAS CONQUISTAS PARA LA ASISTENCIA SOCIAL:

La segunda conquista, la segunda entre la multitud de cosas con conquistables sería el Instituto de Eutanasia -el individuo tiene derecho a morir “bien- institución donde se examinarían severa e imparcialmente, por medio de un tribunal selecto de psicosociólogos, todos los casos de las personas decididas a terminar su vida. El Tribunal calificaría dichos casos en dos grupos: aquellos cuya decisión de morir obedeciese a causas pasajeras, aunque poderosas, y que pudiesen olvidar en un ambiente adecuado y bajo una vigilancia discreta (de ambas cosas dispondría la institución) y aquellos cuya razón fuese de tal calidad que no pudiera hacerse desaparecer la influencia que ejerciera sobre el sujeto. Estos individuos del segundo grupo tendrían en la Cámara de Eutanasia, el final deseado y adecuado a su desdicha.

El Instituto de Eutanasia estaría en relación con Hospitales, Maternidades, Sanatorios, etc., y tendría unos equipos de investigación para casos determinados.

He aquí dos valiosas conquistas para el porvenir.” (8)

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Este escrito sirve para confirmar la apreciación de Dolors Marín respecto a que el suicidio era algo valorado positivamente por los anarquistas, cuando se entendía que las condiciones de la vida eran inasumibles.

Hemos podido comprobar, que a lo largo de su vida, Amparo escribió varios textos en los que hacía alusión a la muerte y al suicidio. Esto evidencia que había dedicado algunos ratos en su vida a reflexionar sobre ello.

Pero antes de revisar esto textos es necesario partir de la consideración que Amparo tenía de la vida como una constante búsqueda de sentido que asumía como una “gloriosa tortura”:

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(UMS-4) “¿Para qué se vive? Me anegaba el contenido de la pregunta. Y sentía la imperiosa necesidad de buscar el móvil de los mejores actos, de los más triviales pensamientos. Acepté con una sonrisa aislada la dulce carga de investigar este motivo de cada uno. Tenía que empezar, empezar entonces, por sendas nuevas, no sabiendo aún con qué habría de cubrir mi personalidad naciente. Había de ir tras ese algo que perdura, tenaz, tras la inmovilidad del cadáver y en el derrame luminoso que le acariciaba sus pies. Y el descubrimiento se me aparecía laborioso, pues no me satisfacía nada de lo recibido hasta entonces.

Ni me satisface aún nada de lo encontrado. Todavía, la gloriosa tortura de la busca del para qué, impregna hasta la más íntima de mis emociones.” (9)

separador_50Teniendo esto presente, veamos ahora los textos en los que hizo referencia al suicidio

En 1923, escribió por primera vez sobre esto. Se trata de un cuento en el que la sombra inmóvil del protagonista simboliza la muerte en vida:

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Esta era una persona que no se quería suicidar. Hay muchas personas que no quieren suicidarse, pero este era un caso especial, porque la persona protagonista había padecido y padecía mucho más que otros seres ya muertos por una bala o por la acción de un tóxico.

La persona contó sus desgracias a los semejantes y no le hicieron caso; pidió un confidente y no lo pudo encontrar. Entonces, la persona, que no había conocido el aburrimiento, empezó a aburrirse soberanamente por la soledad espiritual en que se encontraba. Decidió no participar a nadie sus sentimientos y se prometió solemnemente no atentar contra su propia existencia; lo consideraba estúpido y cobarde, aunque ella no fuese muy valiente. (…)

El asunto era bastante serio. Encontrarse con una sombra que nace de nuestros propios pies y que no se mueve aunque nosotros lo hagamos, es una cosa poco agradable, porque sugiere la idea de que hemos muerto sin darnos cuenta de ello….” (10)

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En 1935 escribió en la revista titulada La casa del médico, un texto en el que se apenaba por el sufrimiento de un paciente que había intentado suicidarse sin lograrlo. Lo más llamativo es cómo entendía y justificaba su acción:

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(…) un joven suicida que murió sufriendo horriblemente en el Hospital Provincial de Zaragoza entre la mirada vigilante y fría de los representantes de la autoridad y la compasión de los que le quisimos bien durante su vida trenzada con penas y fracasos. Hace ya bastante tiempo… Surge en esta ocasión un cálido elogio al suicidio. Surge corto y escueto sin la menor duda cuando el suicido simula, sugestivo, brecha liberadora por donde escapar a la desdicha permanente” (11)

separador_50De nuevo, lo que preocupaba a Amparo, era la pérdida del sentido de la vida. Que el vivir se convirtiera en algo vulgar, sin objeto, era intolerable para ella:

(…) La inutilidad manifiesta alegría y le sonrojada. La vida perdía su objeto preciso y definido y tomaba caracteres de cosa estúpida y vulgar.” (12)

 

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El último párrafo es clarísimo:

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(…) aquel suicida solo cometió una incorrección: no dar las buenas noches. Pero nosotros ponemos un dedo en los labios para no despertarlo, porque es feliz por primera vez. Ahora está soñando (…) Soñando tiernamente a espaldas del tiempo. Cuando se está convencido de que la vida es una estupidez no está mal el suicidio.” (13)

 

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El tema del suicidio aparece otra vez, en un artículo de la revista La casa del médico, en 1936. De nuevo encontramos que la actitud de Amparo es de comprensión ante la situación.

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(…) Carolina Fernández, antigua enfermera en el sanatorio (…) Había ido a la clínica de su antiguo jefe para visitar a una compañera; Y en una ausencia del personal vigilante (…) Se había inyectado una dosis elevada de morfina. Afortunadamente, o desgraciadamente, ustedes verán luego, no ha muerto. Dicen que la inyección de morfina es el suicidio de los médicos” (14)

 

separador_50Esta nota nos proporciona la pista de que Amparo Poch, utilizó morfina cuando se intentó suicidar. Amparo en el artículo expresa claramente que lamentaba que Carolina, al igual que le había pasado al suicida del artículo anterior, hubiera errado en la dosis.

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(…) no me ha extrañado el desenlace. Lo que siento es que Carolina haya equivocado la dosis de morfina y tenga que volver a ver la risa sarcástica de la muerte cada día entre las palabras, las caricias, las ilusiones. Yo creí que estaba más enterada de la posología.(15)

 

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Llegado este punto, para interpretar su intento de suicidio, en mi tesis propuse hacerlo con el método que habitualmente usamos en los comités de ética para deliberar. Con dicho método, tras revisar bien los hechos, se pasa a reflexionar sobre los valores enfrentados que aparecen en el caso y generan el problema ético.

La vida y la obra de Amparo son los hechos de nuestro caso que soportan una serie de valores. Se ordenan estos valores en dos columnas para tenerlos bien presentes cuando se planteen los cursos de acción que tomar. Lo que se persigue es intentar proteger todos los valores que aparecen en el caso. El deber ético es ese. Asunto complicado ya que, si se opta por defender un valor, se ataca al otro. Por ello, lo que llamamos cursos extremos son inadecuados y se persigue buscar cursos intermedios, más respetuosos con los valores enfrentados. Aquellas situaciones en las que se opta por un valor, prescindiendo totalmente del otro, son las que conocemos como tragedias.

Entre los valores que aparecen en la situación que analizamos, la libertad era un valor fundamental. Amparo, una de las primeras mujeres libres, había escrito y vivido siempre defendiendo dicho valor pero, al final y en su estado, pocas opciones de ejercer su libertad le quedaban. Además, Amparo no concebía la vida sin dedicarse a su profesión, no hacerlo era perder el sentido de su vida. Según esto ordenamos en dos columnas los siguientes valores enfrentados:

 

VIDA BIOLÓGICA / LIBERTAD – COHERENCIA CON SUS IDEAS

 

Si esto fue lo que ocurrió en el conflicto al que se enfrentó Amparo al final de sus días, su muerte fue por ello trágica, pero coherente.En la primera columna aparece únicamente el valor “Vida”; Amparo resolvió dar fin a su existencia vulnerándolo, pese a que, sin él, no podría seguir poseyendo otros valores. El valor vida es el que más urgencia o fortaleza tiene, pero ello no implica que se deba resolver necesariamente a su favor. Salvar ese valor, y perder totalmente los otros hubiese sido una solución igual de trágica que la opción por la que optó: salvar los valores que habían dado sentido a su vida.

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(1) Hablamos de hechos, porque una de las herramientas metodológicas que utilicé fue el método deliberativo del profesor Diego Gracia que aborda el análisis desde tres niveles consecutivos: hechos, valores y deberes.

(2) Testimonio de José San Juan. En: Sara Berenguer, Entre el Sol y la Tormenta. Treinta y dos meses de guerra (1936-1939). Barcelona: Seuba; 1988. pp. 262-266.

(3)  Entrevista personal a Hortensia Inés. Perpiñán, 21-09-2011.

(4) Carta enviada a Amparo Poch, para su depuración profesional, el 31-08-1941. Cuñada, y firmada por el Secretario General del Colegio Oficial de Médicos de Madrid. También se guarda el sobre de la carta con la dirección C/ Libertad, 54, devuelta por el cartero con nota: “no dando razón” fechada en 26 de septiembre de 1941. Archivo del Colegio Oficial de Médicos de Madrid.

(5) Papers of joseph Valls Peirats. International Institute of Social History (Amsterdam).

(6) A estos datos añadiremos la apreciación que Dolors Marin hace en relación al suicidio en el entorno anarquista. Se trata de una nota a pie de página, a propósito del suicidio de un conocido anarquista en Toulouse llamado Vicent Marín. Esto ocurrió cuando Amparo también vivía allí.

(7)  D. Marín, Anarquistas, un siglo de movimiento libertario en España: Barcelona: Ariel; 2010. Nota 22, p. 112.

(8) Mujeres Libres, N. 10

(9) Poch y Gascón A. “Un muerto y el sol”, La Casa del Médico. Revista Gráfica Mensual. Año I. 1934 septiembre;3:34-35.

(10)  Amparo Poch y Gascón, Región. 9-7-1923;126:2

(11) Amparo Poch y Gascón, “Aquel Suicida” (Sección Literaria). La Casa del Médico. Revista Gráfica Mensual. Año II. 1935 marzo;9:24-5.

(12) Ibid.

(13) Ibid

(14) Amparo Poch y Gascón, “Historias sin valor. Gracias a la muerte” La Casa del Médico. Revista Gráfica.

(15) Ibid

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