Para y desde Miguel Labordeta

¿Será posible ver morir  una ciudad por primera vez y de forma definitiva? ¿Se volverá tan triste y cansina que los habitantes montarán en autobuses y trenes para abandonarla sin mirar atrás? ¿Será posible comenzar una nueva vida fuera de este pozo de noches abrigado? Dime algo sobre alguna de estas cuestiones o al menos haz como que me escuchas mientras tumbado en tu sofá vacías tu corazón blanco repleto de esperanza. Al menos parpadea para que yo sepa que cuando lanzo una palabra al viento alguien trata de recogerla y no se pierde en el infinito cielo de poemas que nos habitan. Al menos dime que no estoy tan solo como para recitar versos para mí, al menos dime que hay un lugar en el que todo lo que decimos cuando estamos solos se recoge. No lamento en absoluto que mi casa esté repleta de frases y sintagmas que no significan nada ni de que los cuadros siempre estén torcidos, pero hay veces, en medio de la noche, que soy uno de ellos: un verso perdido sin sentido ni dirección, un rostro torcido colgado en una pared.

 

Nacho Escuín

 

Original del Autor:

 


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