An Qi
An Qi es el seudónimo de la poeta, ensayista y artista plástica Huang Jiangpinque nació en 1969 en Zhangzhou, provincia de Fujian. Actualmente vive en Beijing. Es miembro de la Asociación de escritores de China. En los años 90, junto con el poeta Huang Lihai creó y promovió el concepto “poesía de la Generación intermedia”, el cual permitió a un amplio grupo de poetas chinos tener una identidad literaria; ese término ha sido incorporado en diversos materiales de enseñanza como Historia de la nueva poesía china contemporánea, etc. Ha publicado numerosos poemarios: Vivir como Duras (2004) Memoria personal (2006), No puedes imitar mi vida (2012), Región polar (2013), Clínica estética (2015), etc. En 2015 publicó su colección de ensayos Apuntes de una feminista, despué sapareció Notas en prosa sobre el mundo humano. Sus obras pictóricas han sido seleccionadas por más de veinte ediciones periódicas como la ‘Revista de poesía’ y el ‘Periódico de literatura y arte’ y también aparecen en colecciones de poemas y ensayos. Ha ganado el Premio de poesía “Rou Gang” (1995), la primera edición del Premio de poesía femenina (2005), el Premio “Diez poetas jóvenes sobresalientes del Nuevo Siglo” (2006), el Premio de poesía “Laurel chino” (2016), el Premio “Literatura de Beijing” para obra sobresaliente (2017). Sus poemas han sido traducidos al coreano, inglés, mongol, kazajo, tibetano, entre otros.
Región polar
Hace un mes que volví a mi tierra natal.
Los amigos vienen uno tras otro
y uno tras otro se van. Están muy a gusto,
satisfechos de sí mismos, jamás han tenido
un pesar como el que tuve en aquellos años. Era joven,
en pleno alboroto primaveral. Mis sueños
—igual que mi vida— moraban en otra parte.
Ahora estoy de regreso allí donde nací. Llevo en mi pecho
una fortuna y una miseria que son evidentes
para todos. Le digo a cada amigo:
mira bien, soy alguien
que dejó atrás el hogar, alcanzó
la región polar, acarició el sol y fue
cruelmente atravesado por sus rayos.
Xiamen, 18 de octubre de 2007
Bosque virgen
Aquí no se admiten visitantes,
tampoco las colillas y la curiosidad de los investigadores.
Aquí de repente se asoman culebras,
por eso hay que llevar palos y ramas.
El alcanforero protege contra las fierecillas;
el arce protege contra los pequeños demonios;
el melocotonero, contra las pérfidas beldades disfrazadas;
la planta “pies de pato” y sus hojas finas
no tienen ningún parecido con dichas patas;
las flores del árbol mucuna son como racimos de aves
o pares de globos oculares rojos.
Aquí hay mil especies de plantas y, según cuenta la leyenda,
quinientas han crecido vigorosamente durante diez mil años.
Un insecto en forma de pluma
—redimido por la piadosa deidad Guanyin—
a saltos y a brincos nos guía en el camino.
El buda viviente Tenzin decía
que los árboles son cuentacuentos de historias urbanas.
Cada uno de ellos ha salvado incontables vidas,
aves, gorriones, insectos, hormigas…
Cuando morimos,
los árboles son nuestros féretros.
Hoy caminamos el bosque virgen llenos de piedad,
como si atravesáramos nuestras vidas futuras.
13 de abril de 2018, Monte Guanyin
El mar no tiene lágrimas
El mar no tiene lágrimas
no tiene padres, no tiene hijos, no tiene sentimientos
En él no existe la igualdad de todos los seres vivientes
El mar sólo se tiene a sí mismo
sólo tiene su propia calma y su furia
sólo tiene sus músculos, huesos y cuerpo hechos de agua,
no posee nada más que a sí mismo
Agua abrazando con tenacidad al agua
juntas para nunca separarse
El mar sólo tiene agua
No tiene lágrimas,
no presenta un sentido laudatorio o despectivo
tampoco un color azul o uno verde
Si lo alzas con ambas manos, no ves ni verde ni azul
El mar es mar y nada más, salado, incoloro
El mar no es más que agua
22 de mayo de 2018, Beijing