separadorPor Alfonso Plou

 

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Nos gusta pensar que la educación es uno de los ejes fundamentales del ser humano y la sociedad. Incluso pensamos que, tal vez, es el que más sentido puede dar a nuestra existencia: estamos, vivimos para aprender algo que nos constituya como personas;  o, dicho de otro modo, lo que nos llevamos de esta experiencia de la existencia es el aprendizaje de un puñado de cosas que nos han conformado como seres humanos conscientes.

Partiendo de este tipo de reflexiones, ya muy alejadas de partida de los planteamientos de la ley Wert y la educación convertida en un artilugio previo para determinar el encaje posterior en el mercado laboral, reivindicamos la educación artística desde lo lúdico y lo amateur, desde el que busca más que nada un experiencia vital sin objetivo concreto, y no un título o un grado que añadir al currículo laboral.

Escenas del Teatro Universal

Escena del Teatro Universal

Pensamos que la enseñanza artística, la experiencia con el teatro, y  las artes escénicas en general, deberían estar desde la educación infantil insertadas en la enseñanza de forma medular y no anecdótica. Eso facilitaría, por ejemplo, que tuviéramos una capacidad muy superior de la que se tiene en este país para exponer y debatir en público las propias posiciones. Pero, no parece que este claro avance democrático social sea algo a lo que se pretenda caminar.

Con estas premisas y otras, como la de reivindicar la palabra escuela por su origen etimológico griego, origen que la asocia al lugar donde se ejerce el tiempo libre, el tiempo de ocio y por tanto el lugar donde ejercer la enseñanza lúdica frente a otra reglada o académica. Con estas premisas, decía, nos embarcamos hace poco más de un año a poner en marcha una primera experiencia de cursos de artes escénicas en la Escuela del Teatro de las Esquinas.

Y tuvimos más de un centenar de alumnos que dieron cuenta de sus progresos y satisfacción personal tanto en la muestra como en el hecho de que este año iniciemos nuestros cursos con más del doble de alumnos que el primer año.

Hay que destacar, primero, de esta Escuela que forma parte de un espacio y un proyecto más amplio: el Teatro de las Esquinas.

Nos gusta definir al Teatro de las Esquinas como un espacio integral de las artes escénicas para la ciudad de Zaragoza porque, cuando Teatro del Temple y Che y Moche Producciones nos hicimos cargo de la gestión de este espacio municipal, vimos las múltiples posibilidades que el edificio nos ofrecía.

El teatro, no sólo formaba parte de un complejo ciudadano, en el que una plaza pública daba núcleo a un centro cívico, un centro deportivo y el propio teatro, sino que también, las instalaciones del teatro nos permitían tanto jugar con una gran sala polivalente para la exhibición, como con espacio para la hostelería y, singularmente, y es de lo que estamos hablando ahora, aulas para abrir nuestra Escuela de Artes Escénicas.

Con esas tres patas (la exhibición, la escuela y la hostelería) debíamos dar respuesta a una vía de colaboración entre lo público y lo privado que Fachada teatromantuviera económicamente un espacio, respondiendo a una demanda social de ocio y cultura de amplio espectro en un barrio, Delicias , y en una ciudad, Zaragoza, no especialmente cubiertos en ese aspecto.

Sin dar muchas explicaciones prolijas, sí que queremos hacer un resumen muy positivo de este primer año de experiencia, pues creemos haber consolidado el proyecto en el imaginario ciudadano de la ciudad, y para ello nos basamos en que ha habido 35.000 espectadores en el teatro con cerca del 50 por ciento de ocupación, 10.000 comensales, y los ya mencionados 150 alumnos que han pasado por nuestras aulas.

Más allá de cifras,  la presencia del teatro en la ciudad ha sido notable y ha generado una nueva dinámica cultural en la ciudadanía zaragozana. En la sala grande se han dado importantes espectáculos escénicos con figuras internacionales, nacionales y propias en una proporción del entorno del 50 por ciento entre las producciones de aquí y las foráneas. Se han organizado conciertos de todo tipo de géneros (con las posibilidades que nos da poder disponer a los espectadores sentados en grada o de pie, con la grada recogida), y se han llevado a cabo un buen número de espectáculos familiares.

Pero volvamos a la labor docente que es la que nos toca desarrollar aquí.

Aunque las enseñanzas que se han ofertado y se ofertan desde la Escuela son también de Danza y de Música, hay que reconocer que es el Teatro la disciplina en la que mayoritariamente se han inscrito nuestros alumnos. Posiblemente porque tanto el espacio como las compañías que lo regentamos tenemos una más clara orientación en ese ámbito.

Como decíamos al principio, nuestra vocación pedagógica está en el ámbito de la formación lúdica, no reglada, amateur, que pretende facilitar al mismo tiempo una experiencia singular e importante para los alumnos en el reto de atreverse a jugar (play) a interpretar diversos roles (papeles) frente a uno mismo primero, frente a tus compañeros después, y frente a un público genérico finalmente.

De tal forma que la apelación a la diversión y a la formación no académica no rebaja la pretensión de otorgar una experiencia intensa y fundamental al alumno; hasta al punto de cuestionar sus diferentes posiciones sociales y personales como ser humano.

Entremeses

Entremeses

En este proceso siempre delicado también hemos creído en la relevancia de apelar al binomio clásico maestro-alumno. Creemos en la vinculación personal que se establece entre el grupo de personas que quiere iniciarse en el arte escénico y un profesor central que ejerce de cuidadoso guía a este complejo ámbito de creación. Dicho maestro debe contar con el título fundamental de ser una persona con larga, contrastada y vigente experiencia profesional tanto en la actuación como la docencia.

A los alumnos se les imparte una continuada formación de aproximación progresiva a la escena, en la que ir desinhibiendo los bloqueos iniciales hacia la actuación y descubriendo los recursos y el disfrute de la creación del personaje como modelo, a través del cual se descubre una vía de exploración muy peculiar en nuestra psique y, por ende, la del ser humano en general.

Naturalmente las clases de interpretación son el eje de la enseñanza, pero también se les ofrecen aproximaciones tanto a otras artes escénicas como la danza y la música, como al conocimiento específico de herramientas del actor como el cuerpo o la voz.

Todo ello es dosificado por el profesor durante un curso escolar. La disponibilidad de unas salas de formación específicas, junto a salas de exhibición de pequeño y gran tamaño, hace que los alumnos puedan iniciar sus cursos apoyándose en la improvisación y el juego, sin ninguna responsabilidad, para terminar internándose en la posibilidad de una exhibición pública ya mediado el curso y con un objetivo claro de superación personal no impuesta.

Este año fuimos testigos de una gran muestra del trabajo del alumnado, desarrollada en la totalidad del Teatro de las Esquinas durante una semana. En ese tiempo los alumnos, familiares y amigos, pudieron disfrutar de una pequeña pincelada del trabajo que los alumnos habían alcanzado a realizar con la exhibición de pequeños monólogos y escenas en funciones breves que fueron sucediéndose por todo el teatro.

Fue un fin de fiesta para concluir el primer año de existencia de esta Escuela de Artes Escénicas del Teatro de las Esquinas que ahora, con modestia, inicia un segundo curso de existencia, ampliando los alumnos y los grupos e introduciendo específicamente grupos infantiles y juveniles. Un curso que, como el anterior, esperamos satisfaga en gran medida la expectativa generada en sus alumnos a la hora de apuntarse por interés lúdico y gusto personal a unos cursos personalizados de teatro, música o danza.

 
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