Mallorca, 2 de junio 2021
Querida Joaquina.
Soy Araceli, la de la casa de enfrente a la tuya, en Piedras de Albarracín, donde nacimos y fuimos amigas hasta que nos marchamos del pueblo. Primero, tu marido y tú a Ginebra; al poco yo a Mallorca.
Te extrañará recibir esta carta cuando todo el mundo se comunica por wasap o por correo electrónico. El alcalde me dio tu teléfono y dirección, pero he preferido hacerlo por escrito, dado el asunto que me lleva a ponerme en contacto contigo.
Suelo ir al pueblo un par de veces al año. Me pone triste ver tanta casa cerrada. Queda un bar que abre para que los abuelos se jueguen el café al guiñote. Hace dos semanas estuve allí y tuve un palpito de esperanza. Mas adelante, te diré el porqué.
Dicen que regresas al pueblo, que te ha quedado una buena pensión de viudedad, que tus ahorros son sustanciosos y que quieres convertir la casa de tus padres en una posada. A mí, también, me gustaría volver. Como te habrán contado, me divorcié hace tiempo. Mis hijos tienen su vida y su independencia económica. Me gustaría montar una pequeña tienda de recuerdos y camisetas con motivos del pueblo y, quién sabe, hacer algunos dulces de aquellos que hacían nuestras madres para fiestas.
Trabajo en una empresa familiar que confecciona camisetas de algodón. Podría hacerlo desde el pueblo. ¿Qué te parece si las dos nos encontráramos allí con nuestros respectivos negocios? Podríamos organizar excursiones por los alrededores. Acuérdate de la chopera junto al rio, el mismo que rodea la montaña y esconde la estanca donde nos bañábamos antes de merendar. Me manejo bastante bien en las redes sociales y podría dar a conocer el pueblo, tu posada y mi tienda.
Joaquina, hay algo más que debo decirte y que espero no molestarte. La amistad que tuvimos me obliga.
Tú estabas enamorada de Mariano, pero te casaste con Vicente. De todos fue sabido que vuestros padres acordaron la boda. Al año, rompisteis con vuestras familias para dejar Piedras de Albarracín. Estoy convencida de que lo hicisteis para no tener que ver a Mariano cada vez que fueras comprar el pan. No sé si sabes que poco después cerró la panadería. Se fue y no ha vuelto más. Dicen que está en el Sur de Francia y que sigue soltero. El pálpito de esperanza al que aludía al principio de esta carta, se debe a que el alcalde me dijo que Mariano regresa al pueblo.
Sin más que decir, me despido con el deseo de que, en un futuro cercano, nos encontremos en nuestras casas, las que un día dejamos y que ahora nos piden que abramos sus ventanas para que entre una nueva luz.
En la tarjeta, que acompaña a esta carta, van mi dirección y teléfono. En espera de tus noticias, recibe un fuerte abrazo.
Araceli.
1 de febrero de 2022
MJ Guallart