José Ramón Ayllón Guerrero
Escritor de relato y poeta
Cerler
Era el verano azul y las montañas
hervían en la altura todavía
un sarpullido blanco de belenes
y tarjeta postal. Casas de piedra
y sábanas tendidas a los dedos
de un sol adolescente. Corazones
de pan. Ojos curtidos por la lumbre,
como arrugas de un pecho que golpea
la ausencia resignada de otra vida.
Era el verano azul y, azul tu cuerpo,
solamente habitable por las noches,
se me hacía a la luz cuerda de pájaros
encendiendo la risa de los árboles.
Senderos de papel y margaritas,
las largas lentas horas esperando
el triunfo solidario de la luna.
Y la fría pensión deshabitada,
casi escondida a espaldas de la iglesia,
era entonces castillo incuestionable;
y era tu boca toda, oscuro beso,
turbio panal y angosta madriguera
de placeres que el mundo desconoce;
y era el sueño tu carne estremecida
abrasando desnuda, sin distancias,
los abismos secretos de la entrega.
Yo sé que aquel amor aún permanece
en la verde ladera donde el agua
nos sorprendió una tarde de domingo
que tú tenías libre. Nuestro abrazo
rodó garganta adentro inmarchitable
y floreció en la hierba una amapola.
Arráncala si es que algún día vuelves
y no laten tus labios conmovidos
la ardiente claridad de aquel verano.
(De Donde la piel no llega)
José Ramón Ayllón Guerrero