por Luisa Miñana

Sweetest-taboo(1), © Ubé, (http://jmube.com)

Lo mismo que en la charla –pronunciada en el marco de 3Escribit2011, terceras Jornadas sobre Literatura y Nuevas Tecnologías-, de la que estas páginas derivan, al hablar ahora sobre “Cibercepción e hiperliteratura” no pretendo acudir a disquisiciones de carácter filosófico y ontológico, tipo Matrix, que posiblemente podrían asentarse en la tradición de maestros reconocidos como Heidegger y su visión de la relación entre técnica y naturaleza, o como Kosko y su lógica borrosa, o como Baudrillard y sus clarividentes percepciones de la sociedad del simulacro (Kosko, B: 2001; Heidegger, M: 1994; Pérez García, C: 2005; Braudillard, J: 1978). Ahora se trata simplemente de hablar de la práctica de la literatura en este universo nuestro actual y futurible, transitado y transido casi de manera total por la tecnología.

Intentaremos aproximarnos a las posibilidades de esa nueva y solamente intuida práctica literaria a partir de dos conceptos: cibercepción e hiperliteratura. Vayamos por partes.

Cibercepción es, evidentemente, un neologismo acuñado ya en los años 90 por Roy Ascott para representar el concepto de lo que el definía como “tecnología transpersonal”:

“Las tecnologías post-biológicas nos permiten participar directamente en nuestra propia transformación, y están provocando un cambio cualitativo en nuestro ser. La facultad emergente de cibercepción, -nuestras interacciones mejoradas artificialmente de la percepción y la cognición-, incluye la tecnología transpersonal de las redes globales y cibermedios. Estamos aprendiendo a ver de nuevo los procesos de emergencia en la naturaleza, el flujo planetario de los medios de comunicación, y a al mismo tiempo a re-pensar las posibilidades de la arquitectura de los nuevos mundos. Cibercepción no sólo implica un nuevo cuerpo y una conciencia nueva, sino una redefinición de cómo podemos vivir juntos en el espacio intermedio entre lo virtual y lo real” (Ascott, R: 1994)

Los modos y prácticas económicos, sociales y culturales que tienen lugar a partir de la cibercepción integran un estadio avanzado ya (no definitivo, por supuesto) en el proceso anunciado – desde interpretaciones en puntos diferentes- por Heidegger y por Ortega, que comprendían y explicaban el desarrollo tecnológico como una paulatina desvinculación para el hombre del territorio, entendido este como naturaleza, como condición meramente física a la que el ser humano no se sobre-impone (Ortega y Gasset, J: 1998; Navajas, G: consulta 15-10-2011).

Atendiendo a las coordenadas básicas discernibles en cualquier entidad territorial, está claro que las transfomaciones introducidas por los cambios técnicos, (en nuestra época ya tecnológicos: Navajas, G: consulta 15-10-2011)  (1) , se centran en la redefinición del espacio, del tiempo y de las conexiones y comunicaciones factibles de ser establecidas.

El territorio actual de referencia para cada individuo está constituido por un espacio físico-virtual que constituye cada vez más un continuo indiferenciado. Quiere esto decir que el territorio posible que nos incumbe es cualquier espacio, real o virtual, con el que conectamos en una actuación concreta por un tiempo determinado. Quiere también decir que según la naturaleza de esa conexión el mismo punto territorial puede ser para nosotros unas veces una entidad totalmente física y otras exclusivamente virtual. Y en cualquier caso seremos capaces de reconocerlo en los componentes que lo identifican para nosotros.

Independientemente de las complejas interrogaciones onto-metafísicas a que todo ello nos puede conducir y de cómo vehicularemos en un futuro las respuestas a ellas (Aguilar García, T: consulta 12-10-2011) , las consecuencias de esta redefinición territorial se hacen patentes en experiencias económicas, sociales y culturales de todo tipo: desde las más evolucionadas y sofisticadas que avanzan un futuro tecnológico como el que muestra el idílico vídeo firmado por Vizpe.com (http://www.youtube.com/watch?v=jRwj6m2v654&feature=related), hasta otras mucho más pegadas a la realidad inmediata, como las cabinas de Internet en Perú, que han sido cruciales en los últimos años en la vida del país:

http://www.youtube.com/watch?v=MsGyEgWYiTc&feature=related [2]

La redefinición del territorio, del espacio, conlleva la propia transformación de la experiencia temporal. Hoy prácticamente la totalidad del planeta vive un tiempo simultáneo, que sobrevuela el transcurso fenomenológico implícito en el sistema de relaciones de los hechos y objetos naturales.

Un territorio sin distancias y un tiempo simultáneo marcan esta era de la globalidad, directamente construida sobre una red de comunicaciones y conexiones mundiales sin solución de continuidad: una nueva dimensión de la vida terrícola – el ciberespacio y sus cibercepciones, la denominada Nube – que parece permitir relaciones, presencias y transformaciones metafóricamente (y no tan metafóricamente) cuánticas. Todas estas conexiones han dejado de ser secuenciales y evidencian constantemente contactos simultáneos y sinápticos.

¿Cómo vamos a seguir escribiendo novelas diacrónicas centradas en una historia deviniendo a través del tiempo en la ficción, si la realidad que vivimos es simultánea, multitemática, compuesta tanto de tramos tangibles como de otros que sólo pertenecen a la vida ciberespacial? ¿Cómo vamos a seguir ordenando la literatura según la taxonomía burguesa propia, aproximadamente, de las tres últimas centurias, cuando la época en que vivimos y la progresión científica en la que nos encontramos demuestran que cualquier intento de clasificación permanente –o de clasificación sin más- está absolutamente superado por el principio de incertidumbre, por ejemplo?-, principio que, por otra parte ya había sido asumido por la literatura y el arte a principios del siglo XX, aunque todo ello quedara nuevamente desgajado de la vida política y social tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el determinismo transcendental triunfador, tanto en forma de capitalismo como de sistema comunista, recupera una gran parte de los discursos del poder (economía incluida) (Horia, V: 1989) [3]. En mi opinión, uno de los ingredientes de la actual crisis global es precisamente la todavía insuficiente adecuación entre lo que sucede en la Nube y en la Tierra (fisuras por las que se han colado todo tipo de piratas y estafadores y abusos de poder, como siempre ocurre). Dejemos la digresión.

Es precisamente la existencia de esta dualidad Tierra y Nube lo que ha convertido la literatura en hiperliteratura.

Cuando hablamos de hiperliteratura no lo hacemos de narrativa hipervinculada (que, también), ni de poesía visual, o de holopoemas [4] (que, también), ni de literatura fragmentaria o “deconstruida” (según término tan en boga en estos tiempos, y que sí, también puede aplicarse a un determinado discurso no lineal – en tiempo y en espacio- y no ordenado respecto a resoluciones de ecuaciones causa-efecto, entre otros parámetros). Cuando hablamos de hiperliteratura y/o cualquiera de sus formulaciones posibles tampoco estamos afirmando que nos encontremos ante experiencias creadas ex nihilo. La mente humana sigue dictando todavía al artefacto, y mientras así sea continuaremos realimentando su capacidad creativa y aplicando a través de instrumental nuevo deseos y experiencias , algunas ya probadas mediante técnicas pretéritas.

Por otra parte, es cierto que nuestras plásticas estructuras cerebrales – o sea, mentales- están todavía empezando a asimilar las transformaciones consecuentes a la expansión exponencial de la tecnología de la información, que serán evidentemente mucho más decisivas cuando dicha tecnología pueda actuar con procesos cuánticos. También cuando no dependamos tanto como en la actualidad de pantallas de tamaño fijo, cables, antenas, etc. Porque el cambio auténticamente decisivo, no sólo en la metamorfosis de la literatura en hiperliteratura, sino de la vida humana actual en la futura, no radica –con ser crucial- en el soporte (libro, pantalla, led…); radica en la posibilidad de que la información en su estado original de impulsos electromagnéticos (0/1) viva y fluya dentro de la Nube, y cobrando uno u otro sentido según interseccione con la Tierra (siendo Nube y Tierra a su vez dos macroestados de superposición en la hiperliteratura y en la vida):

“…el origen de todo en el Universo no es ni la energía ni mucho menos la materia, sino las unidades de información. Teniendo en cuenta el efecto de superposición, éste apunta a que todo es información latente y sólo cuando se producen interacciones dicha información se manifiesta como energía o materia en alguna de sus múltiples fases.

De todo ello sólo cabe esperar una nueva era basada en la incertidumbre y la aleatoriedad, donde la realidad se construye a cada instante por la acción de sus componentes, quedando fuera de este proceso conceptos tales como el dogmatismo y el determinismo, pues si algo queda claro es que cada uno de nosotros, como parte de ese sistema que es el Universo, estamos creando realidades y debemos ser conscientes de ello en cada una de nuestras decisiones y actos. Nunca sabremos a quién o a qué podemos estar afectando”.  (http://www.amanecer2012.com/ciencia/fisica-cuantica-para-principiantes/, y Vedral, V: 2011)

La división quirúrgica entre géneros literarios, a la que la mayoría de creadores y lectores han seguido atados prácticamente hasta el momento presente, se afianzó con la Ilustración (es decir con las revoluciones burguesas y a partir de la realidad descrita por la física newtoniana). Pero la ciencia y la tecnología han avanzado de una forma impresionante en el conocimiento del universo a gran y microscópica escala. Vivimos una realidad constantemente metamorfoseada, indeterminada, multiaparente, plurifenomenológica. No sólo sabemos que el universo es así. Nuestra realidad es así. Nuestra literatura ha empezado ya a responder a esa realidad (si la realidad existe y si es diferente a la literatura – o ficción). Hiperliteratura, como voz y representación para este tiempo de hiperrealidad.

Pero, – ya lo he dicho al principio- no se trata de hacer ontología (la metafísica nunca me ha resultado demasiado simpática). Estas líneas únicamente quieren ubicar los fenómenos literarios ligados a esta civilización de la información y a los instrumentos que la tecnología ha puesto a nuestra disposición, y que dotan – a mi entender- a la creación literaria de la mayor libertad de la que ha dispuesto nunca.

Estos instrumentos enriquecen y multiplican enormemente los contenidos literarios, si nos referimos, por ejemplo a la interrelación constante y fusión entre géneros –incluso entre distintas “disciplinas” artísticas-, o al intercambio de planos entre realidad y ficción – hecho en concreto este que en las formulaciones que conocemos hoy ha venido directamente potenciado por la extensión y penetración de la tecnología en el tejido social y en la vida individual-.

De forma paralela e ineludible, la capacidad tecnológica también procura la generación de nuevos formatos o la adaptación de otros ya existentes (e-libros, blog, blog-novela, wiki-novela y otras obras colaborativas, hipermedia, poesía electrónica textual, poesía electrónica visual o hipermedia, obras transmediáticas –incluyendo el lenguaje oral, que prácticamente se había quedado relegado al ámbito doméstico en las últimas décadas y que está siendo recuperado, con su puesta al día consiguiente-), obras interactivas, realidad aumentada, tuits, etc.). Y todas ellas no son sino formas muy rudimentarias, no son sino el principio de lo que vendrá.

Creo cierto que si hay una actividad creativa capacitada por su propia naturaleza para aprovechar al máximo las posibilidades de la era de la información es precisamente la literatura, cuyo instrumento básico -el lenguaje- es seguramente la más pura y radical formulación de las secuencias informativas que conforman el universo (que conozcamos), después de las vibraciones electromagnéticas. En cierta manera, la literatura siempre ha constituido en sí misma una hiperrealidad. De ello fueron bien conscientes escritores y creadores del primer tercio del siglo XX, lanzándose sin miedo y con entusiasmo a la exploración técnica e incorporando sus posibilidades a muchas de las creaciones que llevaron a cabo. Me refiero, claro, a creadores como Marcel Duchamp, Tristan Tzara, Marinetti, Satie, Gómez de la Serna, etc. A movimientos como Dadá, el Futurismo, el Supramatismo… A formulaciones como el caligrama, el texto visual de Duchamp, “Anemic Cinema”  (http://www.youtube.com/watch?v=dXINTf8kXCc), los artefactos sonoro-plásticos de Satie (http://www.youtube.com/watch?v=eFgG1ksV4xM&feature=related) , la greguería ondulada… (http://www.youtube.com/watch?v=xQWCZBwxbLw . Todos ellos hijos de la inquietud integradora que presidió la eclosión del conocimiento científico y técnico en aquellas décadas y por el que manifestó un enorme interés y entusiasmo el mundo del arte y la cultura. No cabe duda de que entonces las artes plásticas tuvieron mucha más facilidad instrumental para incorporar los descubrimientos de la ciencia a sus teorías y desarrollos prácticos. La literatura no ha dispuesto de las herramientas que la dotaran del mismo potencial hasta la expansión de la informática. Quizás tampoco sus protagonistas –los escritores – de la voluntad de hacerlo. Igualmente, es verdad que la depresión económica y social consecuente a la II Guerra Mundial focalizó en buena medida la tarea de los escritores en el terreno ético, moral, político, cuya reconstrucción y reordenación se sentía como el compromiso más urgente. Sé que todo esto es matizable; pero también pienso que en buena parte es verdad. Ahora, lo que, por otro lado, es totalmente cierto es que ciencia y humanidades volvieron a adoptar –de forma interesada para los poderes políticos y sociales- caminos disociados, y que eso no ha favorecido nada a ninguna de las partes, pero sobre todo ha perjudicado a la literatura y las artes menos técnicas en sí mismas (Brockman, J: 2007)  .

A estas alturas de la película, estoy convencida de que la literatura habrá de ser hiperliteratura o no será. Y que además estará implicada e imbricada con la propia realidad de una manera física y palpable, algo así como muestra el documental “La vida dentro de 50 años”, producido por Discovery Channel (http://www.youtube.com/watch?v=uWMTLqiEUhw&feature=related (parte 1)) . Para ello debe incorporar y adoptar los instrumentos precisos, y debe hacerlo sin complejos y con imaginación. No es la primera vez en la historia que las transformaciones tecnológicas obligan a cambios esenciales en la vida y/o en la actividad creativa. Es la tecnología la que ha señalado el camino de la historia.

La ventaja del momento actual es que esa tecnología, si queremos, puede ser altamente integradora. Y que esa integración atañe de forma clara a técnicas que fueron revolucionarias en su momento y que nos han ido trayendo hasta el tiempo actual. Formas y tecnologías que pueden seguir siéndonos útiles u ofrecernos toda la belleza y contextualizaciones que contienen para continuar haciéndonos felices (o no) en la nueva hiperrealidad: como ejemplos de ello, el proyecto “Film” de Tacita Dean en la Modern Tate, que reivindica y rescata el formato 35 mm

(http://cultura.elpais.com/cultura/2011/10/11/actualidad/1318284003_850215.html  y  (http://www.youtube.com/watch?v=w8I066vrkX0

o, más estrictamente literaria, la experiencia “Narratopedia”, una iniciativa colectiva, experiencial, transmedia y transgeográfica, fruto de la iniciativa de Jaime Alejandro Rodríguez

(http://recursostic.javeriana.edu.co/narratopedia/bienvenidos-a-narratopedia/),

o el recuerdo del sonido de las teclas de la máquina de escribir del teclado del i-phone.

Por volver al principio, podríamos decir que el lector actual transita y transcurre él mismo de manera intuitiva y espontánea de uno a otro medio, entre diversas tecnologías, contextualizando actividad receptora sobre fenómenos y conocimientos diversos, interactuando simultáneamente con todo ello: elabora en el exterior las conexiones sinápticas que antes sólo tenían lugar en su cerebro. Es esa experiencia lectora la que está forjando la hiperliteratura. El lector contemporáneo y futuro es y será un ciberlector con cibercepciones, construidas indiferentemente de realidad y literatura – o ficción- , lo cual, por otra parte, no es muy diferente de lo que siempre hemos hecho (http://www.youtube.com/watch?v=0dc9gBKVJX8&feature=related).

Cosechando nubes-2 (© Ubé, (http://jmube.com))

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[1] “La tecnología es una modulación diferente de la técnica, no es incompatible con ella sino que coexiste y se interrelaciona con ella. No obstante, implica un desplazamiento cualitativo de la naturaleza de la técnica: más que en la transformación masiva del medio se concentra en aproximarse de modo diferente a él, para percibirlo de modo diferencial y, a través de esa percepción, relacionarse con él de manera más compleja y profunda”. (Navajas, G. p.4, http://www.biblioteca.org.ar/libros/200281.pdf)

[2] Son evidentemente constatables las enormes diferencias en la disponibilidad de los recursos tecnológicos (dependiendo de la geografía política, nivel social, formativo, etc.), y constituyen unos de los aspectos más determinantes de la llamada “brecha digital” (otro también muy importante en estos momentos, pero que desaparecerá con el tiempo, es el aspecto generacional). Tales diferencias no son muy diferentes en su causa de las que afectaron y afectan a los medios de producción en general.

[3] Entre otros, un buen análisis de la influencia de los avances científicos para el conocimiento del mundo en la configuración de los discursos filosóficos, estéticos, artísticos y literarios, puede seguirse en Horia, V. Introducción a la literatura del siglo XX. Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 1989 (Me interesa reseñar este trabajo por dos cuestiones: su fecha de edición, anterior aún a los últimos cambios transcendentales ocurridos en la aplicación de la tecnología de la información a nuestras vidas, y su disponibilidad en buena medida en Internet, por ejemplo a través de Google Books).

[4] Las primeras experiencias con holopoemas se remontan ya a comienzos de los años ochenta del pasado siglo XX, destacando entre otras las llevadas a cabo por Eduardo Kac (http://www.ekac.org/quimera.holopoema.html)

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Referencias citadas:

Aguilar García, Teresa: “Virilo, Tipler y Baudrillard; Ciberespacio y Cuerpo Virtual”. Revista de Observaciones Filosóficas (http//:observacionesfilosoficas.net/virilo.htm)

Ascott R. “The Architecture of cyberception”, en http//:observacionesfilosoficas.net/virilo.htm (1 de junio de 1994)

Baudrillard, J. Cultura y Simulacro, Ed. Kairós, 1978

Brockman, John (editor): El nuevo humanismo y las fronteras dela ciencia. Ed. Kairos, 2007

Heidegger, M. “La pregunta por la técnica”, en Conferencias y artículos. Ediciones del Serbal, 1994, pp. 9-37 (ver: http://www.monografias.com/trabajos-pdf/pregunta-tecnica/pregunta-tecnica.pdf )

Horia, V. Introducción a la literatura del siglo XX. Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 1989

Kosko, Bart. El futuro borroso o el cielo en un chip. Ed. Crítica, 2001.

Navajas, Gonzalo: “Ortega y Gasset, la técnica y la nueva comunicación” (en http://www.biblioteca.org.ar/libros/200281.pdf)

Ortega y Gasset, J. Meditación de la Técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía. Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1998.

Pérez García, C.: Matrix. Filosofía y cine, Ediciones Madú. 2005, (ver también: Pérez García, C: “La filosofía en Matrix. Una propuesta educativa”, http://www.rafaelrobles.com/tic/cine/matrixpropdidact.pdf)

Vedral, V. Descodificando la realidad: el universo como información cuántica. Biblioteca Burilan, 2011.


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