El congreso del Mundo Animal se estaba desarrollando con normalidad. La selva tropical del Congo africano acogía a los delegados de las especies mayoritarias y también habían acudido especialmente invitados los representantes de algunas especies en peligro de extinción. Tras la sesión inaugural, se constituyeron las  diferentes comisiones de trabajo. Una boa, una hiena, una paloma y un avestruz  fueron designados para elaborar la ponencia de Relaciones con los Humanos y que sería presentada en la ya próxima Asamblea General de la ONU.

La boa constrictora actuaba como coordinador de la comisión. Era un magnífico ejemplar  hembra de más dos metros de  longitud y sus dorsales presentaban una atractiva coloración en tonos rojizos. La paloma fue designada secretaria; con su pico podía ir tomando notas en el suelo terroso donde estaban reunidos.

  • Compañeros, propongo que intervengamos durante quince minutos cada uno y expongamos los problemas y posibles soluciones de nuestras especies, para pasar luego al primer debate de la ponencia,  anunció la boa mientras descendía al suelo desde el árbol al que se había enroscado.
  • Si os parece, comienzo yo misma y propongo que los boas y los reptiles en general no seamos sacrificados por los humanos para traficar con nuestras pieles. Las naciones deberían disponer de recursos humanos y materiales para controlar y sancionar a los infractores. En el caso concreto de los boas, deberíamos tener asistencia médica para regular la natalidad de nuestras hembras, dotándonos de métodos anticonceptivos, al igual que hacen los humanos. De cada parto nacen más de 40 crías y eso es una barbaridad, amigos míos. Por último, debería estar prohibido utilizarnos como mascotas. Es denigrante y humillante dedicar nuestra vida a cazar ratones en el jardín de cualquier cantamañanas.

Le tocó el turno a la hiena, un macho de la variedad  rayada, dotado de un vasto pelaje de color amarillento.

  • ­Nuestro principal problema es la alimentación. Cada vez hay menos carne putrefacta y la poca que hay nos la disputan otras especies. Muchos de nosotros morimos a manos de los pastores cuando atacamos a sus rebaños, pero es pura necesidad, tenemos que comer, y si no hay carne muerta tenemos que comerla viva. Propongo que las naciones dispongan comederos en nuestros hábitats y que sean repuestos cada semana, así se evitarán tantas muertes de ovejas y cabras y también de  nosotros mismos. Y, hablando de asistencia médica, sería necesario que se dedicaran recursos para que nos eliminen el nauseabundo olor que despedimos, por favor; hacer el amor, por ejemplo, resulta un auténtico calvario.

La paloma se dispuso a intervenir. Ahuecó sus alas y se agitó con coquetería. Era una hembra delicada, con un grácil cuello cubierto de un brillante plumaje verdoso.

  • Nuestra especie convive con los humanos desde hace milenios. Nos consideran pájaros simpáticos, nos dedican poemas, canciones, incluso nos han elegido como símbolo de la Paz. Esta convivencia es la que nos acarrea la mayoría de nuestras dificultades. En general, no tenemos problemas de alimentación. En muchas ciudades formamos parte del paisaje urbano y los humanos animan a sus hijos a que nos den alimento y les hacen fotos con nosotros y comemos en sus manos. El conflicto llega cuando ensuciamos las ciudades con nuestros excrementos y, además, monumentos y edificios se corroen. Nos tienden trampas y nos ahuyentan con redes eléctricas que nos producen fuertes descargas. Propongo, al igual que nuestra amiga boa, un control de natalidad para regular adecuadamente lo que los hombres llaman excesiva multiplicación. También sería necesario unos cagaderos adecuados y convenientemente señalizados a los que solo pudiéramos acceder los de nuestra especie.

El último en intervenir fue el avestruz, un macho de casi dos  metros y medio de altura provisto de fuertes y largas patas.

  • Nosotros somos las aves más grandes y también las más pacíficas, no nos metemos con nadie, solo comemos semillas y frutos. Queremos que se declaren ilegales las granjas en las que nos tienen cautivos para sacrificarnos y vender nuestra carne. No somos alimento de primera necesidad. La humanidad  puede pasar perfectamente sin nosotros. Nuestra especie puede llegar a extinguirse o convertirse en sumisas aves de corral. También querríamos que  los hombres no nos usen como referencia de comparación peyorativa cuando dicen eso de que “escondes la cabeza debajo del ala, como los avestruces”.

La boa constrictora pidió a la paloma que leyera las propuestas y alegatos de todos los miembros de  la comisión para que dieran su conformidad o modificaran algo, si así lo consideraban. La hiena pidió la palabra.

  • Nuestro amigo avestruz me ha sugerido una nueva petición que añado a las que ya he hecho en mi turno: que los seres humanos eliminen el tópico “risa de hiena”. Nosotros simplemente aullamos, es nuestra forma de comunicarnos y no entendemos esa siniestralidad que el hombre asocia a nuestro aullido. Que eduquen  a las nuevas generaciones para que se olviden de  nuestra “risa”.

La boa concedió un descanso de quince minutos para tomar un coco-break. Estaba satisfecha de cómo iba la ponencia; esbozó una sonrisa pensando que cuando la defendiera ante la Asamblea de la ONU conseguiría reforzar su posición de cara a las próximas elecciones de delegados del Mundo Animal.

 

José Ignacio del Diego Lajusticia

            Socio numerario


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