De la Noche al Ángelus
II
La tarde va cayendo lentamente
en casasy rinconesy presencias.
La mano del amor nos hace plenos.
Salimos paseando por la orilla
serena del crepúsculo y circundamos
la iglesia, el cementerio, los recodos
más bellos del crepúsculo. Pasamos
la tienda de muñecas, la de quesos,
la casa de la yedra,los frutales…
Se enciende el campo todo en flor de plenitud,
fecunda como nunca la mirada
de tan hondo secreto que vislumbra
orilla de la nada. Y caminamos
bordeando senderos,luminarias
del sol entresoñado tras las cimas,
la piedra más antigua,aquellos prados
(las vacas se durmieron tras la luna).
Hay una historia oculta en el trasfondo
de cada corazón, de cada rama
frondosadel manzano y su penumbra.
¿Qué fuego prefigura la colina,
que no quema ni funde y, sin embargo,
nos dora a brasa lenta el interior?
El eterno retorno de la llama,
profundo atardecerde atardeceres
cayendoreposado en los caminos,
las casas, los rincones, las presencias.
En el centro sagrado de los seres,
nacaradode almíbar y rocío,
resuena la pregunta:«¿Tú amas hondo?».
Llegamos a la noche más hermosa
que nunca presintiera un corazón.
La mano del amor nos hace puros.