La gaceta de los socios 22El Mientrastanto

Mamá tenía razón. Ya en mi adolescencia inculcó en mí que el matrimonio no es sustancial en la vida de las mujeres. No deberías casarte, me repetía cuando sabía o sospechaba que tenía alguna relación con un hombre. El matrimonio coarta los albedríos y la independencia de las mujeres, añadía. No le hice caso; me enamoré y me casé.  Estoy divorciada desde hace más de un año. Hacía mucho tiempo que era la víctima de la conducta perversa y destructiva de un marido machista y posesivo. La comunicación entre nosotros se transformó en un proceso degenerativo. Mi hermano me ayudó a conseguir un trabajo aceptable y decidí solicitar el divorcio Ya no ejerzo responsabilidades familiares de primer orden. Mi única hija vive y trabaja en Holanda. He mantenido algunas relaciones esporádicas,  pero no me han aportado nada y tampoco estoy ahora por entablar una nueva relación estable, ni mucho menos volverme a casar. A veces me veo con mi amiga Mónica, también divorciada desde hace más de cinco años. Ella me habló del mientrastanto. Según me explicó, lo han inventado en Francia. Ya se sabe que para determinados asuntos los franceses son maestros, acuérdate del menagea trois, me dijo. Parece ser que la causa del invento está en el notable incremento de separaciones, divorcios o del ahítequedas, sin más, que han traído como consecuencia esa legión de los que ahora llaman singles, como si fueran un disco del Dúo Dinámico de los años 60. Es cierto, continuó mi amiga, que las redes sociales han contribuido eficazmente a unir corazones solitarios e incluso órganos sexuales solitarios hastiados del placer solitario.

Y me puso al día sobre lo que es el mientrastanto. Supongamos un hombre y una mujer, me explicó Mónica, separados o divorciados, cada uno por su lado. La pareja se pone de acuerdo para que cada uno sea el mientrastanto del otro. Mientras tanto no tengamos una pareja estable nos juntamos de vez en cuando para follar, principalmente, sin descartar otras actividades  añadidas como cenas, bailes, visitas a la Aljafería, comer juntos la longaniza del jueves lardero o incluso viajes con el IMSERSO, si fuera el caso. Una utilidad inherente sería la colaboración mutua entre los dos mientrastanto según las habilidades y capacidades de cada uno. Pintar el piso, preparar una paella en el campo, subir los bajos del pantalón, interpretar facturas de Endesa, podrían ser favores añadidos y que un single agradece una barbaridad.

No me digas que no es un buen invento, apostilló Mónica. Cada uno sabe lo que espera del otro. No hay ni uno solo de los inconvenientes de la relación de  pareja: que si a dónde vas; que si de dónde vienes; que si ¿aún no está la cena?; que si otra vez el fútbol; que si un día le diré cuatro frescas a la lagarta esa de la oficina; que si ese escote no te queda nada bien, mi cielo; que…que…que…

La relación, como ves, es muy liberal, pero libertad no es lo mismo que libertinaje –no sé de que me suena esto, creo que lo ha dicho alguien alguna vez-  pero yo le he dado muchas vueltas al asunto y creo que habría que establecer unas normas de actuación que podrían estar formuladas en un contrato. Tendría que regularse, por ejemplo, cómo resolver la situación planteada cuando uno de los dos encuentra una pareja estable y asociar estabilidad a un periodo de tiempo. Hay personas que pueden considerar estabilidad emocional ir al cine los sábados, compartir las palomitas o que a los dos les guste David Bisbal, que ya es gustar, por cierto.Y no hay que descartar la posibilidad de que los dos mientrastantose transformen en pareja estable y que se separen más adelante y se vuelvan a unir como pareja mientrastanto, ya ves que  las variaciones son casi ilimitadas.

Durante los días siguientes no se me iba del caletre lo que me había dicho mi amiga. No lo consideré una boutade o una charla distendida y superficial para pasar el rato tomando unas cervezas en aquella terraza. No tenía referencias cercanas a quien preguntar por una experiencia mientrastanto pero  decidí tirarme a la piscina.

Ahora mismo estoy en Benidorm con mi mientrastanto. Nos conocimos en un cotillón en la Nochevieja del año pasado al que fuimos Mónica y yo. Como siempre, me atraganté con las uvas. Federico estaba en la mesa de al lado, se acercó a nosotras y, abrazándome por la cintura, me aplicó la maniobra de Heimlich. Así fue cómo Federico se convirtió en mi mientrastanto. Se había divorciado en septiembre. Nos va bien. Suscribimos un contrato privado para regular nuestra peculiar relación y por ahora no tenemos la perspectiva de sumergirnos en una estabilidad emocional. A ninguno de los dos nos gusta David Bisbal. A Federico le encanta Pasión Vega. Yo siempre he sido de Julio Iglesias.


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