José Ignacio del Diego Lajusticia

En una reciente entrevista, el escritor zaragozano José Luis Melero habla del Teatro Principal como “uno de los escenarios de su vida como espectador”. Yo comparto plenamente lo que dice Melero. Siendo un adolescente,  me llevó mi padre al teatro Principal a la representación de una obra de Agatha Christie, “Diez negritos”. A partir de ahí, lo que podríamos definir como el gusanillo de mi afición al teatro, se fue alimentando progresivamente. En aquellos años los espectadores nos podíamos acoger a los descuentos de la claque, la “cla”, en castizo, y con mis precarios ingresos de estudiante – las “propinas” y alguna clase particular – fui espectador de bastantes obras de teatro. Recuerdo especialmente “La muerte de un viajante”, de Arthur Miller, representada por la compañía Lope de Vega, con Carlos Lemos y Asunción Sancho, como uno de mis  primeros impactos teatrales. Ya en mis años sucesivos años como espectador y aficionado, he disfrutado con autores como Alejandro Casona, García Lorca, Miguel Mihura y con  actores y actrices de distintos estilos como  José María Rodero y Nuria Espert, entre mis favoritos.

El Principal ha estado activo desde siempre y ha recorrido diferentes etapas, algunas no muy afortunadas, a mi juicio, como la anterior a la dirección actual en la que la programación abundaba desmesuradamente en espectáculos de danza, en sintonía, parece ser, con las querencias del director.

Actualmente, las representaciones teatrales vienen condicionadas por los presupuestos y ello limita el número de personajes en los repartos.

La Asociación Aragonesa de Escritores participa en el convenio que algunas entidades han suscrito con el Ayuntamiento para adquirir localidades con descuento en los teatros municipales. Enhorabuena.

 

 


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