Carmen Bandrés

Encuentros         

 

         Ensayo, novela, tratado histórico… trayectorias divergentes, tan solo unidas por la palabra; proyectos e intereses dispares que, sin embargo, se miran amables porque todos respiran idéntico propósito: trasladar a un texto experiencias vitales, tanto por parte del propio autor como de sus personajes. Y ahí, como afirmaba Carmen Martín Gaite, todo se mezcla y se confunde. En la labor de quien escribe un relato de ficción abunda la exploración e investigación de todo aquello susceptible de incrementar la verosimilitud y credibilidad de su obra, pero incluso en la redacción de un formal y celoso ensayo científico se hace evidente por parte del escritor la dependencia de datos y documentación que, cuando no contradictoria, bien pudiera ser falsa o involuntariamente mal interpretada, además de la subjetiva apreciación de una información casi siempre sumida en notable ambigüedad e imprecisión.

 

El escritor siempre fabula, sea lúcida o inconscientemente. Así, sobre el papel quedan plasmadas sus ideas y emociones, sus buenos y malos momentos, sus alegrías y tristezas; engañado en su creencia de que todo lo que hace es fruto de su invención o del rigor de un trabajo meticuloso, entre líneas se refleja siempre e ineludiblemente una buena parte de sí mismo, lo cual es tan natural como el agua que fluye en el arroyo. Sueña el autor de libros de ficción con ser un ente imaginativo, plenamente dispuesto a que todo lo que hace sea fruto de su creación, tanto más si se dedica a cierto tipo de narrativa, como la fantástica, o es la poesía el objeto de su labor. Y, ante un folio en blanco, recrea detalles y personajes que viven una existencia aparentemente singular, pero, en realidad, subordinada a las propias vivencias del escritor, quien, a veces, se aventura a declarar que solo se limita a reflejar en el texto aquello que le dictan sus propios protagonistas, volando libres hacia su destino.

 

Afirma Javier Cercas que todos tenemos carencias que se vierten en el relato y busca en sus personajes todo aquello que siente de interés en la vida. Cercas, en Soldados de Salamina, busca y encuentra a Miralles, viejo y desencantado de que tantos años de lucha estéril se desvanezcan como gotas de rocío al salir el sol. Así mismo, Ignacio Martínez de Pisón, en Enterrar a los muertos, se muestra fascinado por la personalidad de José Robles, a quien busca apasionadamente por los destinos equivocados, hasta que encuentra a su hija Miggie, viejecita inteligente y encantadora, que también consiguió reunirse por fin con su amor de juventud casi medio siglo después de perderlo. Por lo que a mí atañe, conocí ese gozo del encuentro conversando en una pequeña población próxima a Ayerbe, Los Corrales, con los descendientes de una familia, víctima como tantas otras de la sinrazón de un conflicto despiadado, cuyo trágico final estaba investigando con destino a la biografía de María Rosario de Parada. Tuve así ocasión de verificar y contrastar unos testimonios de gran valor y utilidad para incorporar a mi obra.

Cuando el mundo parece derrumbarse sin remedio y la maldad de villanos perversos pretende dominarlo todo, brilla más la generosa entrega de héroes solidarios, muchas veces anónimos, que resplandecen como estrellas luminosas en la noche sin fin. ¡Qué hermoso sería entonces que la magia de las palabras rutilara en un mundo ahíto de egoísmo y muerte!

 

Pido la paz y la palabra, clamaba Blas de Otero, declaración de intenciones en defensa de la inocencia, de la armonía primigenia que nace entre una madre y su bebé, cuando este solo ansía saciar su hambre en el pecho fecundo. Calzar los zapatos ajenos y practicar la empatía: dice la voz popular que dos no riñen si uno no quiere, dicho en verdad difícil de asumir, pues la cruda realidad lo desmiente una y otra vez. Mas si optamos por el anhelo de habitar en los deseos del otro y tratamos de comprenderlo sin emitir juicio alguno, probablemente jamás satisfaceremos nuestras ambiciones, ni alcanzaremos el éxito mundano y riquezas, pero en nuestro fuero interno estaremos más cerca de la felicidad.

 

Carmen Bandrés Sánchez-Cruzat.
Mayo de 2023.


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