por Angélica Morales

Traductora, actriz y escritora, ¿con cuál de los tres oficios se queda?

Pues con el suyo en cada momento. Siempre he disfrutado mucho con lo que he hecho, he sabido sacarle provecho a cada situación, lo que, por otra parte, pienso que es la única forma de hacer bien las cosas, o al menos intentarlo. Creer en lo que se hace y poner entusiasmo ayuda mucho.

La escritora Toti Martínez de Lezea (foto de noticiasdeguipuzkoa.com, http://static.noticiasdegipuzkoa.com/images/2012/03/29/8727042_1.jpg)– ¿Qué requisitos tiene que reunir una novela histórica para que trascienda y pueda convertirse en un clásico?

Ser ante todo novela, es decir Literatura, y después Historia. Tomemos, por ejemplo, ‘Guerra y Paz’, ¿con qué nos quedamos? ¿Con la entrada de Napoleón en Moscú o con las vicisitudes de Natasha, Andrei, Pierre y el resto de los personajes que ven sus vidas trastornadas por la guerra? El hecho histórico real sirve de escenario a Tolstoï para escribir su novela de ficción, ¡y qué novela!

– Por qué cree que los escritores de novela histórica están tan a menudo en entredicho? ¿El rigor histórico se cumple?

¿Te refieres a Homero, a Shakespeare, Victor Hugo, Dumas, Yourcenar, Graves y otros? Porque si es así, me encanta hacer parte de ese gremio en entredicho. Digamos que en España no ha habido, hasta ahora, tradición de novela histórica. Aquí se ha tendido más hacia la narración costumbrista, testimonial, contemporánea, y de ahí que se considere géneros “menores” a otros tipos de Literatura. Sin embargo, cualquiera que desarrolle una historia en una época que no ha conocido está escribiendo una novela histórica, aunque no lo reconozca. Y no hace falta irse a la Edad Media. El problema estriba en el hecho de que se mete dentro del mismo saco la novela histórica bien trabajada y la historia-ficción o el bodrio histórico. ¿Cuántas veces hemos oído decir que ‘El código da Vinci’ es una novela histórica?

 Prefiere los personajes populares a las grandes figuras históricas, ¿por qué?

Las grandes figuras históricas ya están documentadas; se ha escrito sobre ellas, se estudian, se biografían, y esto, en mi opinión, coarta la libertad del narrador a la hora de la ficción porque ya no son su creación. Aunque sí es cierto que, a veces, se conoce muy bien el nombre de un personaje histórico, pero se ignora en realidad todo lo referente a su vida y entonces sí, entonces se puede recrear. A mí me ocurrió con María Pacheco, ‘La Comunera’, que es un personaje real, pero apenas documentado. Por otra parte, la Historia no habla de la gente de a pie, es decir de nosotros. No habla de mujeres, de artesanos, campesinos, frailes y monjas, enfermos, peregrinos, huérfanos, etc. Y es fascinante imaginar ese mundo y volverlo, de alguna manera, a la vida.

 En su opinión, ¿qué espera encontrar el lector en una novela histórica?

He sido desde siempre y soy lectora de novela histórica, y espero dos cosas: que la novela esté bien escrita, por supuesto, y me enganche, que tenga todos los elementos de una narrativa atrayente, es decir intriga, pasión, aventura y, por otra parte, que el fundamento llamémoslo “histórico” sea veraz; que no se inventen batallas donde no existieron, ni hechos que nunca tuvieron lugar. Sin embargo, el autor dispone de una libertad que no tiene el historiador, limitado en sus investigaciones por la documentación existente. El narrador también puede plantear hipótesis que, a veces, no coinciden con las oficiales porque, a fin de cuentas, si estudia bien un tema también puede tener capacidad analítica.

– ¿Qué tiene de excitante escribir sobre el pasado?

Quizá que el momento actual lo tenemos muy presente en los medios de comunicación, es decir que estamos al corriente de lo que ocurre en cualquier parte del mundo al instante. Ir al pasado obliga a aprender, a estudiar una época, su situación política, social, religiosa, sus costumbres… y personalmente me fascina. De todos modos, yerra quien cree que escribimos “cuentos viejos” porque, muchas veces, la actualidad es un calco del pasado o viceversa, así que se puede ser muy crítico desde muchos puntos de vista, por ejemplo el religioso o el político, aunque sitúes tu historia en el siglo XV.

 – ¿Se siente arropada por los lectores? ¿Tiene incondicionales?

Sí, muchos, y cada vez más, pero sobre todo me siento querida, tanto por los adultos como por los niños a quienes estoy dedicando una serie llamada “Nur”. Es increíble que haya gente capaz de esperar para conseguir una firma, ¡yo nunca lo haría! Las sonrisas que me dedican en la calle, las cartas que recibo de todas partes, los detalles que tienen conmigo cuando voy a dar una charla… Llevo trece años en este oficio y sigo sorprendida.

 Es usted una autora muy prolífica, ¿cómo lo hace?

Tengo bastante imaginación y meto un montón de horas, entre seis y ocho cada día. Pero es que éste es ahora mi oficio y a un oficio hay que dedicarle tiempo; no vale con escribir los fines de semana, o de vez en cuando. Bueno, sí vale, pero no produce. Acabo de acabar un trabajo y ya estoy pensando en el siguiente. Es que me lo paso muy bien… Además, mi marido y yo no solemos salir mucho de casa, tampoco juego a las cartas ni hago punto y apenas veo la tele, así que el día da mucho de sí.

 – ¿Es mucha responsabilidad manejar datos históricos y mezclarlos con la ficción?

No, si se hace bien, aunque a veces se pueda meter la pata por ignorancia. De todos modos, tiene que quedar bien claro que una novela no es un ensayo y que no debe tomarse al pie de la letra, como sé que algunas personas hacen. Ya te he dicho antes que es cuestión de estudiar muy bien la época, el escenario en la que vas a situar tu narración y luego dejarte llevar; no intentar trastocar los hechos reales, pero sí aprovechar cualquier resquicio como, por ejemplo, cuando los historiadores no se ponen de acuerdo en una fecha o un hecho determinado. Si ellos no se ponen de acuerdo… libre eres para inventar.

¿Es difícil ponerse en la piel de personajes tan alejados en el tiempo

Pues la verdad… a mí me resulta fácil, pero tengo que decir que siempre he sido muy imaginativa y que he leído tanto novela histórica como ensayo histórico a lo largo de cincuenta años, o sea que he tenido mucho  tiempo para aprender. He pateado pueblos, castillos, iglesias; he visitado decenas de bibliotecas; he tenido la oportunidad de admirar códices, imágenes, cuadros en los que aparecen representados hombres y mujeres de épocas pasadas; he leído manuales medievales de educación, escuchado música antigua, practicado con libros de recetas… así que…

– ¿Las mujeres tienen un camino más complicado en el mundo literario?

Pues sí, como en casi todos. Haz la prueba, pregunta a cualquiera acerca de un escritor o escritora importante y siempre saldrá el nombre de un hombre. Sin embargo, según tengo entendido, las autoras suelen tener, por lo general, más lectores que sus colegas… Y no hay más que mirar las listas de los grandes premios, a saber Nobel, Nacional, Cervantes, etc… Las mujeres premiadas casi son testimoniales. Además cuando se habla de la “gran literatura”, las mujeres están desaparecidas, salvo algunas excepciones. Pero bueno, ¿qué más da? Ahora hay más escritoras que hace cincuenta años y ¡ya te contaré dentro de otros cincuenta!

Háblenos de su nueva criatura.

Se titula “Veneno para la corona” y tiene como fondo las intrigas de Juan II de Aragón y su mujer Juana EnríquezVeneno para la corona para allanar el camino hacia el trono a su hijo Fernando, más tarde llamado “el Católico”, en detrimento del legítimo heredero de las coronas de Navarra y de Aragón, Carlos Príncipe de Viana. Aunque la novela en sí, es decir la ficción, trata de la historia de un venganza por parte de una mujer y de su hija. Me lo he pasado muy bien “viajando” por Zaragoza, Burjazud, Sos, Sangüesa, Barcelona, Nápoles…


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