Ingredientes*:
Trescientas mil latas de ruido para llevar.
Cinco paquetes de largos caminos (no es necesario contar con sentido).
Una pradera envuelta en celofán. Un manojo de nubes frescas.
Un atardecer rojo, 25 minutos de duración.
Una conserva de horizonte en hollín. Tres frascos de luciérnagas digitales.
Quinientos ochenta y ocho árboles en paquete mixto, listos para transplante.
Diez transeúntes perdidos.
Cien toneladas de smog, entrega a domicilio.
Trescientas treinta y dos mil casas de fabricación en serie. Una mirada vacía.
*No se garantiza pureza ni calidad intrínseca de ninguno de los materiales.
Instrucciones*:
Mezclar los ingredientes al azar treinta minutos antes del ocaso: mientras mayor sea el caos, más real resultará su Hermoso Atardecer Urbano©. Agite con paciencia mientras considera la angustia que se forma en su interior. Espere a que surta efecto y disfrute del panorama.
*Garantía invalidada en caso de no seguirlas puntualmente.
Púchale play
¿Quién no ha actuado como si todos anduvieran
igual de puestos que uno mismo? Estamos en un solo escenario
el juzgado mira atentamente siempre nosotros
colgados de la misma cuerda que sacrifica al vecino
nos balanceamos ordenadamente buscando algo
que nos haga sentir menos vivos.
Pero espera,
a cada quien sus drogas
causan inigualables cortocircuitos fuegos artificiales
visiones multicromáticas en HD noches geométricas que estallan en fragmentos de una realidad
ya de por sí bastante escandalosa.
Hagamos un brebaje, veamos si descubrimos el poder del vacío:
sin dejar de menearlo agrega a la licuadora chingos de ruido presiones orto-sociales harto-críticas fulgurantes
disparos de salva al firmamento
mundos virtuales me gusta
no me gustas
autoclave para el cerebro pasteurización de tus neuronas cianuro suicida en tu muela izquierda tiza blanca para esponjar los ojos combustión interna
sin gasolina ni expectativas marcha atrás sin meter reversa:
seguir viviendo en la inercia
de un grano
de café girando en el molino girando
en la tierra girando
en el sistema solar girando
en la galaxia girando
por el universo girando.
Púchale play, wey mira tu vida girar destrozarse
contra el pavimento
deja las aspas mallugar tu carne len
ta men te
sucumbir a la inercia
dejar de pensar en tu mente
picar el suelo en busca de alimento escupir al aire y buscar los fragmentos que golpean tu cara
pulverizan tus huesos trascender
en una masa viscosa
tu carne llagada
colapsa y se la llevan lejos.
Púchale play, carnal no hay pedo
al cabo que hay wi-fi.
Un sabroso sashimi de percepción
Todos vivimos
en nuestro propio mundo iconográfico:
rebanadas de un sabroso sashimi de percepción
incauto marinado en su propio reflejo
destellos de luz condimentados
que transforman la realidad en alucinaciones propias de un teporocho en domingo
salteado a las brasas con trozos
de sentimientos amorfos
y desmembramientos sociales:
todos quieren un pedazo de aquello
que sabe diferente a su hueso.
BIOGRAFÍA
Sergio Velasco Zwieger (San Luis Potosí, 1990). Estudió Economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, ha participado en diversos talleres literarios, entre ellos, el Taller de Creación y Crítica Poética del Instituto Potosino de Bellas Artes (IPBA) y el Centro de las Artes (CEART) impartido por Luis Alberto Arellano y Daniel Bencomo; y el Taller de Tertulia y Creación Poética en Arteria Casa Cultural impartido por David Bendicho. Actualmente vive en San Luis Potosí, donde trabaja su huerto ecológico y una comercializadora de productos mexicanos artesanales.