Joaquín Sánchez Vallés Revista Imán Número 20

INÉDITOS

 

Un lugar desolado, quizá España.
Un tiempo que caduca, acaso ahora.
Una tierra infecunda y heladora,
campo propicio al cardo y la cizaña.

Una piedra que afila la guadaña.
Un hambre vieja que de nuevo implora.
Una rabia civil, sangre que aflora
al filo de la herida en que se ensaña.

Un silencio, tal vez el de tu aliento.
Un corazón vestido de fatiga.
Un espanto sombrío y violento.

Un puño que amenaza y que castiga.
En un yermo mordido por el viento,
donde jamás germinará una espiga.

 

* * *

 

Es verdad que te amé, hace ya muchos siglos,
cuando nuevo era el mundo y en las ramas del sueño
cantaba el indecente pájaro de la tarde.

El tiempo que ha pasado no sabría
medirlo, pero vino la nieve y el deshielo,
y la nieve otra vez, con grandes perros grises.

Si de ti me he olvidado, nunca olvido
que te amé aquellos años, redondos y brillantes
como cerezas que morder,
pulpa que amaga el descarnado hueso.

Ahora evito las calles que conoces,
para no tropezar en las inciertas piedras de la desolación.
Y levanto los ojos a las nubes nocturnas
mientras en el lejano cosmos indiferente
mundos
nacen y se deshacen en silencio.
PUBLICADOS

 

 

SOMONTANO

Lomas verdes, sosiego de la encina,
yerbas de olor, caminos fatigados,
al fondo siempre un río en rocas grises,
el cielo azul,
el monte azul,
los campos.

Este jardín abierto tiene nombres
de trigo y vid,
nombres para decir bajo un olivo
con la boca ocupada de pan blanco.

El río, el sol, el soto, la ladera:
cuando no quede sed para mis labios,
tal vez me recordéis, sierras de Guara,
montes de luz,
celaje que sostiene
el aire que no alcanzo.

Pasos en el jardín

 

 

ELEGÍA

Madre,
desde los bosques más profundos me hablas.
Donde tu boca se hizo raíz de los hayedos
y dio a tu voz el viento entre los robles.
Donde tu ilimitado corazón
es ahora una piedra
que calientan hormigas amorosas.
Donde la yerba y la hojarasca juntan
olor de lluvia y resonar de ríos.
Donde el tiempo es oscuro.
Donde el tiempo es oscuro como un pozo olvidado
y hay una nube disolviéndose
que todavía miras con tus ojos inmóviles.

Restos de luz en una cesta

 

 

ESA ROSA

En sangre y sombra se deshace
la rosa del amor.
Aquella que sembramos a la aurora
para aroma en el monte y brisa entre las playas,
que fue bandera
y vela
y buque desplegado en busca de las islas.
Aquella que regaba cada tarde el manantial de las umbrías
junto a un cuerpo tendido más desnudo que el aire.
Aquella que aturdía el corazón.

Después de veinte años he sabido quién eras,
después de veinte años como veinte ciudades incendiadas,
una sonrisa que se abre para decir que todo está perdido,
que fluye luminosa mientras los dientes crujen.
Sí,
por fin te conozco,
pasas ante mis ojos atravesando el día
como una trampa de la luz,
en mitad de las plazas vas moviendo las manos
convocando miradas de perros y mendigas.

Pero ya no me engañan las sucesivas formas de la sierpe,
que me silbes o adoptes disfraces vespertinos.
Tú eres terriblemente una sonrisa que triunfa de dolor,
la belleza más pura que la angustia alimenta.

En ásperos jardines
acontece a la rosa su fracaso.
Aquella que encontramos cuando fuimos necios niños de oro.
Aquella que quebramos por el mero placer.
Aquella que era solo la ignorancia.

Fados huérfanos

 

 

AÑO NUEVO

Con pasos recelosos entra enero,
viejo de bruma, pálido y cansado:
no trae cuentas del año que ha pasado
ni da esperanzas para el venidero.

Jamás hay año nuevo, ni lo espero:
nada empieza, ni acaba, a mes contado.
No existen ni el futuro ni el pasado:
solo del tiempo el tiempo es mensajero.

Aunque mida mi edad, inútilmente
perseguiré su huella silenciosa
sobre otra arruga en que rizar mi frente.

No he de medir el tiempo que me acosa:
solo al final germina su simiente
y cae de golpe el peso de su losa.

Preludio y fado

Siempre escogí la senda del error.

Aquella que entre bojes
lleva a perderse en la montaña.

Yo sé que hay carreteras y largas pistas grises
que acaban en ciudades donde reina
el saber de los hombres.

Sin embargo,
siempre escogí la senda del error.

Así he tocado el abedul y el haya.
Así he mirado el gamo y el rebeco.
Así he sentido un mundo
en donde nada vale la vida de los hombres.

Restos de luz en una cesta

 

 

BIOGRAFÍA
Joaquín Sánchez Vallés (Huesca, 1953) Profesor de literatura y escritor. Galardonado con numerosos premios, su personal obra poética ha traspasado las fronteras de la comunidad aragonesa. Ha publicado los poemarios Moradas y regiones (1979), De un amor (accésit «Gallo de vidrio», 1983), Ruina del aire (premio Angaro, 1983), La invisible memoria del invierno (premio Pérez Embid, 1983), Cuaderno de ejercicios (premio Esquio, 1979), A la puerta del mar (premio Zenobia, 1991), El tiempo irreparable (premio Barajas-Puerta de España, 1992), El nombre de las cosas (premio Luis Cernuda, 1994), Preludio y Fado (2000), y dos novelas: La ciudad junto al río (finalista del premio Azorín, 1990) y La costa de las perlas (premio Francisco Ayala, 1997). Su obra figura en las antologías Poesía universitaria (1975), La otra resistencia (1978), Poesía urbana (1980), Navales (1981-1982), Poemas a viva voz II (1989), Máscaras para un espacio: Huesca en la narrativa de hoy (D.P.H., 1990), Blesa-Pallarés (1994), Acín (1996) y Pérez Lasheras.


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