Por José Antonio Adell Castán

Escritor. Maestro, licenciado en Geografía e Historia (especialidad Historia Contemporánea)
y doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

LA HUELLA ARAGONESA DEL SANTO GRIAL

¿Qué es el Santo Grial?

Santo_CalizHablar del Santo Grial es tratar del Santo Cáliz que Jesús empleó en la última cena y en el que instituyó el sacramento de la eucaristía. Existen más de dos centenares de cálices distribuidos por diferentes iglesias del mundo que afirman ser los auténticos, aunque realmente un análisis detallado de los elementos que lo conforman obliga a descartar a la mayor parte. Sin embargo debemos considerar que uno de ellos corresponde a la época en la que vivió Jesucristo: el que se custodia en la catedral de Valencia.

A este se le añadió en su estancia en el monasterio de San Juan de la Peña un pie en la copa y dos asas y un astil. El arqueólogo y antropólogo aragonés Antonio Beltrán estudió el cáliz y fechó la copa de calcedonia (de 7cm. de altura y 9,5 cm. de diámetro) en torno al cambio de era (inicios siglo I), que había sido labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina. Por todo ello se concluyó que pudo estar en la mesa de la Santa Cena.

Un congreso importante fue el celebrado en Valencia en el año 2006 titulado “Valencia, la ciudad del Santo Grial”, donde participaron numerosos profesores universitarios y expertos en el tema. En las actas que reflejan sus intervenciones se manifiesta una alta posibilidad de que pueda ser el auténtico.

Los apóstoles, una vez muerto, resucitado y ascendido a los cielos Jesús, tras la venida del Espíritu Santo, deciden recorrer diferentes territorios del Mediterráneo y algunos más lejanos para evangelizar y anunciar la Buena Nueva.

Aquí nos surge una duda. El cáliz se queda en Jerusalén o se lo lleva  San Pedro, la cabeza visible de los apóstoles. Dejarlo en Jerusalén hubiera podido suponer una temeridad habida cuenta la persecución que sufren en la ciudad. Sabemos que existe una primitiva iglesia cristiana  y en torno a la mitad del siglo I se celebra el Concilio de Jerusalén, pero la máxima autoridad de la primitiva iglesia va a estar en Roma y es lógico que una pieza tan preciada por su simbolismo como el Santo Cáliz se lleve a Roma.

Lo más probable y en lo que existe bastante coincidencia es que cuando San Pedro marcha de Jerusalén a Roma se lleva a San Marcos como intérprete, ya que este sabe latín. Muchos estudiosos creen que el cenáculo, incluido el Santo Cáliz, era propiedad de la familia de San Marcos. En este viaje es probable que portasen la reliquia.

Traslado de Roma a Osca.

Al morir San Pedro crucificado boca abajo por los romanos, el cáliz pasa a sus sucesores. En los primeros siglos del cristianismo, en fiestas muy destacadas, es empleado en las celebraciones eucarísticas y en el momento solemne de la consagración, se dice: “tomando este glorioso cáliz”, ya que se sabía que era el mismo que fue empleado por Jesucristo en la última cena.

Un documento conservado en el Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona (Pergamino nº 136 de la Colección de Martín el Humano fechado el 26 de septiembre de 1399) en el que el monasterio de San Juan de la Peña entrega el Santo Cáliz a Martín el Humano nos aporta cierta luz. En este documento se hace constar que “… sea a todos de manifiesto que, como el excelentísimo Príncipe y señor D. Martín, por gracia de Dios Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, y Conde de Barcelona, del Rosellón y de la Ciretánea, haya deseado y procurado, con ahínco, tener en su Capilla Real, aquel Cáliz de piedra en el cual Nuestro Señor Jesucristo, en su Santa Cena, consagró su Preciosa Sangre, y que el bienaventurado Lorenzo, que lo recibió de San Sixto, a la sazón Sumo Pontífice, cuyo discípulo era, y diácono de Santa María in Dominica…”

Existía la convicción de que fue San Lorenzo, el mártir oscense, quien lo envió desde Roma a su ciudad, Osca. Veamos los hechos.

En el año 257 cuando parece haber cesado la tajante persecución contra los cristianos, el responsable de la hacienda imperial, Macranio, antiguo miembro de las cofradías de los dioses egipcios con fuerte odio a los seguidores de Cristo, hace ver al emperador Valeriano que el territorio romano está sumido en continuas guerras y debe buscar recursos. Convence al emperador para que salga el primer edicto de persecución contra los cristianos que se publica en el mes de agosto. En él se dice que los obispos, presbíteros y diáconos deben sacrificar a los dioses. Los que no lo hagan serán desterrados.

Esteban I ha muerto decapitado en su silla papal el dos de agosto del año 257. Entonces es nombrado Sixto nuevo pontífice el treinta de ese mes y este nombra al joven Lorenzo primer diácono.

En la persecución decretada por Valeriano y llevada a cabo en Roma por el prefecto Decio es martirizado el día 6 de agosto del año 258 el papa Sixto y seis de sus diáconos: Agapito, Felícisimo, Januarius, Vincentius, Magnus y Stephanuss.

Lorenzo se queda como responsable de la iglesia hasta que llega su martirio del diez de agosto. En esos días, ante el mandato de entregar los bienes de la iglesia a los necesitados, Lorenzo quiere salvaguardar el Santo Cáliz y lo envía a su ciudad Osca,  a través de un legionario cristiano que se encuentra en Roma, pero es originario de la Carpetania, Precelio.

Si el hispano debe cumplir el cometido, debe hacerlo en los días siguientes  a la muerte de Lorenzo. En informaciones aparecidas en los últimos días se habla de que la la ruta que siguió pudo ser a través de las Galias y del Somport. Creemos que este viaje sería muy arriesgado y costoso. Es más fácil pensar que la ruta más fácil y menos compleja era embarcarse en el puerto romano de Ostia hasta la ciudad de Tarraco.

En esa ciudad en el mes de enero del año 259 es martirizado en el anfiteatro su obispo Fructuoso con sus discípulos Augusto y Elogio. San Fructuoso, curiosamente, es el titular de la iglesia de Bailo, uno de los lugares donde pudo estar el Santo Grial en el siglo XI.

Siguiendo la vía Tarraco-Ilerda y de aquí la vía Ilerda-Osca el hispano llegaría a la ciudad oscense y contactaría con la familia de Lorenzo para cumplir su cometido.

Lugares custodios de la sagrada reliquia

El Santo Cáliz sería custodiado por los cristianos oscenses desde la llegada a Osca hasta la invasión sarracena.

Tras la caída de Caesar Augusta, que pasó a llamarse Sarakusta, parte de los árabes se detuvieron en las murallas de Osca y acamparon junto a ellas. Finalmente se rindieron. Osca capituló en el 720 pasando a llamarse Wasqa. Los cristianos que quedaban se establecieron en una comunidad mozárabe, en torno a una iglesia dedicada a San Pedro, al frente de la cual permaneció su obispo, que a diferencia del de Sarakusta, en estos primeros años no abandonó la ciudad. El Santo Grial posiblemente siguiese siendo custodiado por la comunidad cristiana, de forma secreta, para que los musulmanes no se enterasen de su existencia.

A partir de ese momento, según tradición y según los escritos publicados entre 1927 y 1928 por el canónigo jacetano Dámaso Sangorrín, el Santo Cáliz sería salvaguardado por el obispo de Osca (ahora Wasqa musulmana).

Existe la tradición que en un primer momento dicho obispo se dirigió a las montañas de Yebra y allí se pudo esconder en las cuevas del monte Oturia. La población de Yebra de Basa tiene por patrón a San Lorenzo y se conserva en la iglesia un dedo del pie de San Lorenzo. En algunos textos se señala que el hispano que trajo el Santo Cáliz a Osca también trajo un pie chamuscado del santo oscense.

Cuando pasan los peligros por las incursiones  de los sarracenos el obispo se establece en el monasterio de San Pedro de Siresa, lugar más seguro y donde pudo compartir su vida con los monjes del cenobio.

En Siresa, en la iglesia de San Pedro, se menciona por tradición, aunque también hacen referencia a ello algunos historiadores, que en la entrada en el suelo existe una estrella y la punta que debe indicar al altar señala la piedra que esconde el Santo Grial.

Desde este lugar parece trasladarse a San Adrián de Sásabe en torno al 922. Queda constancia de cuatro obispos, según el padre Huesca, que estuvieron en esta sede, Ferriolo, Fortuño, Atón y Oriolo. En una piedra del muro aparece escrito su nombre.

En torno al año 1000  continúan las razzias de los musulmanes, acaudillados por Almanzor. Muchos monasterios son destruidos y los monjes huyen de sus monasterios.

El Santo Cáliz fue llevado de San Adrián de Sasau a la iglesia de Baylo (actual Bailo). En esta localidad permanecía en diferentes ocasiones el rey Sancho III, su esposa y sus hijos, y aquí le acompañó el obispo de Aragón, Mancio. La iglesia de San Pedro de Baylo se denominaba de la corte. En el año 1025 el soberano donó el lugar al monasterio de San Juan de la Peña. Al morir el rey, el nuevo monarca, Ramiro I, y el recién nombrado prelado, García I, decidieron que el Santo Grial debía ser llevado a la que sería la nueva capital del reino, Iacca y se decidió construir un hermoso templo para albergarlo, que sería la actual catedral.

El primer rey aragonés Ramiro I traslada su sede a Iacca y el prelado García,  que firma como obispo de Aragón, también se establece  en esta ciudad. El Santo Cáliz pudo estar depositado en la iglesia de San Pedro hasta que se construyese la catedral.

Hasta que se conquiste Wasqa, el obispo tendrá la sede de su diócesis en Iacca y cuando los musulmanes de aquella ciudad sean rendidos, la iglesia de Iacca será súbdita de la de Wasqa, que volverá a llamarse Osca.

Iacca quedó como concatedral intitulándose sus obispos de Iacca y Osca. La bula del papa Urbano II confirmaba que la cátedra episcopal de Osca debería construirse donde estaba la mezquita mayor y esta ciudad sería la cabecera de la diócesis.

No tenemos constancia del momento en que el Santo Cáliz llega a San Juan de la Peña. Es posible que pudiese ser el año 1094.

San Juan de la Peña

Traslado de San Juan de la Peña a Valencia.

En el año 1399 Martín el Humano, rey de Aragón, solicitó a los monjes del cenobio que se lo entregasen. A cambio les concedió numerosos bienes, entre ellos un cáliz de oro. De este modo, el Santo Cáliz fue llevado desde el Monasterio  de San Juan de la Peña (donde había permanecido oculto más de trescientos años) hasta el oratorio del Real Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Más tarde fue trasladado a la residencia del rey Martín el Humano en Barcelona.  En el inventario de bienes realizado en 1410, a  la muerte de Martín el Humano, consta que entre los bienes muebles del monarca en Barcelona se halla este cáliz.

En 1432, Alfonso el Magnánimo, ubicó su corte en Valencia y el Grial se transportó a esa ciudad depositándolo en el oratorio del palacio.

En el citado año el obispo de Valencia le presta al rey una cantidad importante de sueldos comprometiéndose el monarca a devolverlos en cinco años. Pasado el tiempo, al no poder el rey satisfacer su deuda, entregó al prelado la mayor parte de las reliquias que tenía en su capilla real, entre ellas el Santo Cáliz. El prelado decidió que fuese depositado en la catedral.

Allí ha permanecido hasta la actualidad. Durante algunos siglos solo se exponía en Semana Santa. A mitad del XVIII se le cayó de las manos a un canónigo cuando lo empleaba y se rompió en dos mitades. Se sabe por un acta notarial que lo recompuso un platero de nombre Luis Vicent ayudado por sus dos hijos.

Durante la Guerra de la Independencia salió de la ciudad para evitar su saqueo o profanación por las tropas francesas. Fue trasladado a Alicante, Ibiza y Palma de Mallorca. Finalizada la contienda regresó a la catedral.

En el año 1916 el obispo decidió ubicarlo en lo que fue sala capitular de la catedral, que desde entonces pasó a denominarse capilla del Santo Cáliz. A lo largo del siglo XX  la reliquia ha abandonado la ciudad en dos ocasiones.

La primera durante la Guerra Civil, en que se escondió en una casa particular valenciana y luego en el pueblo de Carlet, camuflado dentro de los cojines de un sofá, que a su vez se ocultaba en un compartimento secreto de un armario, tras una pared de piedra.

En el año 1959 se decidió llevarlo a Aragón para celebrar el mil setecientos aniversario de su llegada a España.

En la estancia en Valencia de Juan Pablo II en 1982 y de Benedicto XIII en 2006, ambos celebraron con el Santo Cáliz las eucaristías multitudinarias en sus respectivas visitas.

 Se ha escrito mucho sobre el Santo Grial y actualmente existe una amplia bibliografía. La iglesia declaró año jubilar para todos los que visitasen este Santo Cáliz y así será todos los años terminados en 0 ó en 5.

Estos datos son fruto de la investigación bibliográfica realizada para escribir la novela “La huella aragonesa del Santo Grial”, editada en el año 2014.


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