VICENTE HUIDOBRO

©Pilar Aguarón Ezpeleta

Ebrio de rumores abstractos goteando entrañas en la llaga

Lejanía así del corazón

La esperanza rompió sus vidrios antiguo cataclismo

Paisajes de tiempo estupefacto en el mundo de su luz

Hasta las mismas rocas puertas del mar

Extiende sus olas en prisiones de palmeras

En torbellino de canto sin reposo

Entre las espigas de planetas hieráticos

Que forman el convoy de la aventura

I va por las meditaciones sin violencia de playas

Hacia su muerte en quien sabe qué fronteras

Marinero de horizontes ajenos

De dureza salvaje

El gesto calcinado de un aullido en el pecho

El espanto en soledad sin murallas

Sobre abismos de vuelo

Entre culebras de naufragio y ruido de galope de universos

Acompañado de su hambre y los signos del cielo

Antes del atardecer a lo largo de un graznido

De pájaro o volcán en marcha o tal vez navío

Alocado por los caminos

Cielo liberta tu rocío liberta la nevazón

Amiga desventurada

Liberta mi montaña ardiente maquinaria

En la zona voluptuosa hermana

Hermana de los leones tendidos sobre el sepulcro

Allá en sus constelaciones de silencio adivinatorio

Aquí entre los lazos de la demencia

En la actitud que exige nuestra temperatura

 

 

DE VIDA EN VIDA

 

Hermoso paraiso de salud, dinamos del verano representando su descarga de música cuando el rey atraviesa el oceano universal.

La neblina se acomoda como una instalación de mujer oriental sin saber a Europa ni porcelana. Hace frío, es un invierno frío como una menta. Flor de carácter un poco triste, flor en peignoir de seda, más hermosa que el vestido de las tempestades, más deseable que el iniciador, que aquel que entibia con su corazón el invierno de tu piel blanca, tu piel todavía ignorante como un cordero de ojos de querubín.

Ya conocerás el sacudimiento sísmico de las arterias y los gemidos propulsados desde el fondo de las entrañas que se vuelan entre dos besos mortales… el día en que yo abra para tí la feerie de mi ciencia.

Todas las hélices del aerodromo de tu alma girarán locamente. Tú conocerás los secretos de mis jardines, la situación perfecta de la sombra agotada bajo la avenida de las pestañas. Los hermosos pulpos mojados nadan detrás de las lágrimas de los marineros.

Tras la vitrina de los ojos tu verás mi alma que estalla en luces desconocidas. Y verás qué pura es a pesar de lo que te digan.

El fabulista cotidiano miente por falta de imaginación.

Nada importa nada, sino este cielo nuestro bautizado por tus ojos, este cielo íntimo, pequeño entre dos palomas… colonizado por dos arrullos.

Yo te haré ver tu propio sol interno y te enseñaré a llamar por su nombre tus satélites a través del panorama de ecos azules como el paraiso de los caracoles esmaltados.

Iremos por la vida con la vida a cuestas.

Sentirás la angustia de la garganta cuando reparan el rebaño de lobos en pana.

Pero yo sabré protegerte bajo mi mirada más enardecida que una bandera. I podrás reposarte ¡al fin! a la sombra de mi canto.

El milagro tiembla como una tela de sol. I yo digo adiós. Adiós. Sultana especializada en el amor lento, lento como los adioses del sol.

¿A qué los laboratorios y las geografías de la pasión? Mi sangre conoce mucho más y nadie ha alcanzado aún la temperatura de mi mirada.

Ah ¡mi alma! Eléctrica ternura, acumulador de los siglos hasta el fin del hombre. Si hubieras comprendido, jamás se habría alejado.

Si hubieras visto el color de sus alas la habrías amado y nunca habrías sido hostil ni desafiante. Es tarde ya, pues el motor en marcha tiene el ritmo de la tormenta.

Yo soy el capitán de navío que busca una isla perdida como la muerte.

Vicente Huidobro.

(Del libro próximo ۞ El ciudadano del Olvido ۞ 1922-1926).


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