La tarde muere, símbolo
de la vida, silencio.
Los árboles desnudos,
en quietud invernal,
ostentan altos nidos, con urracas
en torno, revisándolos…
Se respira la paz en arboleda
metafísica del ocaso,
de profunda armonía.
Nos elevan las aguas, surtidores
que tornan, rutilantes, en monótono
vaivén interminable,
sumisas, tan ajenas
a la fugacidad que nos devora.


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