María José GuallartMalvina, la asesina.

Querida Virginia:
Hace tiempo que no se de ti. Esperaba verte en el juicio pero no viniste. Lo entiendo y no te lo reprocho. Me juzgaron como lo que soy, un monstruo. Pero eres mi hermana y mi única familia y, por tanto, debo contarte, con mis propias palabras, lo que pasó y lo que no salió a la luz.
Sí, maté a mi jefa, la directora del centro. No te puedes hacer idea de lo que era aquel lugar. Los pobres desgraciados que llegaban solían enfermar y pocos eran los que llegaban a mayores. Las personas son muy egoístas. Solo quieren adoptar a recién nacidos; a los de más edad ni los miran.
Mi jefa les pegaba, pasaban hambre y frío. La debilidad convirtió sus lamentos en débiles gemidos. Los maté para dar fin a su tormento. A unos de un golpe en la cabeza, a otros asfixiados con una bolsa de plástico. Nunca, les di veneno y ni les rebané el cuello. Con la directora fue distinto. Como es sabido, le eché veneno en el café y después le rebané el pescuezo.
La culpa de que la matara fue de la familia que adoptó a un pequeño del que estaba enamorada. Creció sano y fuerte. Le pedí que no dejara que se lo llevaran, pero no me hizo caso.Se me rompió el corazón el día que la familia vino a buscarlo. Juré que los mataría. Porque yo, a pesar de ser “Malvina la asesina”, como la prensa me llamó, tengo sentimientos.
Te preguntarás para qué te cuento todo esto. La respuesta está en lo que no salió en el juicio y necesito liberarme de ese peso. Me juzgaron por todas las muertes llevadas a cabo, pero no por las que iba a cometer. Me informé del domicilio y de loso hábitos de aquella familia. Les seguí en sus paseos, a distancia. Si recuerdas, cuando me detuvieron, acaba de salir de casa. Justo era el día que iba a matarlos.
Nunca, le gusté a la directora. Tampoco supo por qué yo los mataba pero hacía la visa gorda. Para ella era una boca menos que alimentar. Como he explicado, lo hice para evitarles sufrimientos y, también, porque me molestaban sus babas, sus jadeos y, sobre todo, sus ladridos.
Virginia, querida hermana, a ti tampoco te gustaba yo. Lo he sabido siempre. Quédate tranquila, no te guardo ningún rencor. No espero que vengas a verme, ni que sientas lástima. Con mi edad y los años de condena moriré en este presidio y por ello estoy tranquila.
Adiós.

Malvina, la asesina.
María José Guallart
23/05/20

⁕ ⁕ ⁕


GRACIAS POR ACEPTAR nuestras cookies, son simplemente para las estadísticas de visitas en Google.

Ver política de cookies
 
ACEPTAR

Aviso de cookies
Ir al contenido