Nocturno
Veo tu luna ayer rasgaba el aire que me
falta en la luz amenazada para hacer lago y
morada del espejo sobre un salón
nocturno, vasta noche de mi.
Ayer te sonreía el ritmo de las nubes al rodar, y
dirás que no es hazaña de mérito seguir prendido
a un cuerpo cuando acechan mitos de la oscura
diversión y seres deslumbrados.
Porque en las fuentes rotas silban amenazas y está
tan lejos vivir como un amago de luz, sombrero
alado que atraviesa la alberca de la noche y escupe
viento frío y arrebata la vida.
Está la luna alzada sobre el vientre que ofreces
tan perfecto en temblores, y es la fuerza del
brillo inmaterial hecha pedazos como un
reguero limpio de mentira.
Veo tu voz latir bajo los rayos de muerte blanca,
perpetua, reducida por fin hasta las plantas
dormidas, las herméticas danzas que vuelan por
nosotros, muertos también
y, sin embargo, alzados a una copia y
manantial confuso cerca de las luces
ayer amigas y ahora mensajeras
que ha venido a encendernos en ausencia
y a toda esa noche amable que trocea
brazos del mar frondoso en que anidáramos
y ya solo contempla con arrugas la piel y
sus lentísimos mensajes,
rasgos transfigurados que reflejan el miedo, sueños
que esperan viento, ese viento que canta.