quién nos resarcirá de nuestra adolescencia destruida

Miguel Labordeta (“1936”, de Los soliloquios)

 

dedicado a mi padre fallecido en 2020 y a su generación de niños de la guerra

 

Ayer -era yo muy joven hasta ese ayer-

escribía no sé para qué, ni os importa;

escribía por algún motivo hondo

o eso me parece ahora.

 

Descubrir la pasión

de uno y lanzarse boca abajo en ella,

sin pensar cada doble movimiento

del miedo y del esfuerzo…

 

Recuerdo que el resultado era

una liberación, como de un mecanismo.

Un vuelo corporal

intenso, no ficticio (o literario)

más intenso, incluso, en horas de siesta.

 

Escribir -hoy- me hace daño.

Me acuesto

para dormir y sigo desvelado y herido,

con taquicardia casi toda la noche,

el día en que he escrito una línea.

 

Fulgencio Martínez

 


GRACIAS POR ACEPTAR nuestras cookies, son simplemente para las estadísticas de visitas en Google.

Ver política de cookies
 
ACEPTAR

Aviso de cookies
Ir al contenido