Por Javier Barreiro

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separadorAlguna vez he contado cómo el novelista canario, cuando paraba en Zaragoza, solía frecuentar La Reja, una tienda-taberna, sita en la calle de Gavín, esquina a la de Palafox, donde se montaban grandes lifaras, cantaba el Royo del Rabal y personajes como Lagartijo acudían, siempre que pasaban por Zaragoza, con la ilusión de escuchar al mítico cantador (1).

Galdós, pues, hubo de conocer bien Zaragoza, que visitó por primera vez en octubre de 1868, enviado por el diario La Nación con la comitiva de periodistas que acompañaron a los generales Serrano y Topete, paladines de la Revolución de Septiembre y que fueron recibidos en la liberal Zaragoza casi con tanto entusiasmo como el que acogía las visitas de Espartero.

En sus memorias Galdós nos habla de Mariano Gracia (2), un casi olvidado zaragozano que fue su guía y anfitrión en la ciudad:

(…) hasta mi segunda o tercera visita no conocí a Mariano Gracia, el hombre más salado, más simpático, más ameno, que ha nacido a orillas del Ebro. La Jota y los dos Marianos, Cavia y Gracia, son las mejores flores de Aragón.

A Zaragoza dedicó también don Benito la ópera homónima, con música de Arturo Lapuerta, que se estrenó el 3 de junio de 1908 con ocasión del primer centenario de los Sitios y es notorio que, con ocasión de escribir el episodio que tuvo como protagonista la capital aragonesa, Zaragoza (1874), El escritor se documentó largamente in situ y, aún hoy, pese a la sistemática destrucción que ha sufrido la Zaragoza antigua, somos capaces de reconocer e identificar muchas de las ubicaciones y rincones que se citan en la obra.

Tendría, por ello, oportunidad de tomar apuntes, como los que aquí se reproducen y que demuestran sus muy estimables cualidades para el dibujo, que ya alabó Clarín y de las que dan muestra tanto la primera edición ilustrada de sus citados Episodios Nacionales (1881-1885), publicada en Madrid por la Administración de La Guirnalda, con litografías que reproducen dibujos del propio autor en el episodio dedicado a Zaragoza (3), como varios bocetos que pergeñó para la escenografía de sus dramas, entre ellos la citada ópera. Documentación existe que da fe de cómo el escritor practicaba el dibujo desde muy joven en su Las Palmas natal y mostraba un especial talento para la viñeta satírica y caricaturesca. Lástima que él mismo destruyera sistemáticamente sus dibujos, aunque se conserve algún álbum sustraído a la iconoclastia de su propio creador.

Las litografías de don Benito aparecen en el tercer tomo de la citada edición de los episodios nacionales, correspondiente a 1882, que contiene los episodios “Napoleón en Chamartín” y “Zaragoza”. Éste, ilustrado por Mélida y Lizcano, también incluye,  como se ha dicho, dibujos del autor de la novela y, quizá, las de algún artista anónimo, pues no todas aparecen firmadas. Dichas ilustraciones, aunque muchas veces basadas en fotografías, tienen un indudable valor estético y documental y sería muy aconsejable una reedición facsímil del episodio  zaragozano ilustrado.

Las litografías, firmadas por Galdós con el anagrama PG, aparecen el capítulo 26 (p. 397) la de las ruinas de Santa Engracia, en el 27 (p. 405) la del Puente de Piedra y en el 30 y penúltimo (p. 433), la de la Puerta del Carmen, con la cúpula de la iglesia de San Ildefonso, también llamada de Santiago, al fondo (4). Se piensa que también puede ser suya la de las ruinas de Santa Engracia en el capítulo 2 (p. 239).

En cuanto al apunte tomado del natural desde la orilla izquierda del Ebro, del que reproducimos no las litografías sino el dibujo original, muestra en primer término, las arcadas tercera y cuarta del Puente de Piedra y  en uno de sus machones los restos de uno de los molinos que el municipio arrendaba para aprovechar la fuerza del río. Al fondo, la basílica del Pilar, a la que flanquean algunos de los palacios y casas ya derribadas del Paseo de la Ribera.

Probablemente, corresponda a una fecha datable a finales de la década de los sesenta o principios de la de los setenta del siglo XIX, cuando, como se dijo, Galdós visitaba Zaragoza, a fin de documentarse para la novela histórica citada, que constituye el sexto de sus episodios nacionales. Confirma la fecha el estado de la primera de las torres del templo, la de Santiago, que, a pesar de haberse empezado a levantar en 1715, aún no había sido rematada. La segunda se comenzó a construir en 1903, contra la opinión de algunos prestigiosos habitantes de la ciudad como Lasala Valdés o Juan Moneva, que temían no la soportasen los cimientos.

De vivir hoy, don Benito podría haber escrito otro tristísimo episodio nacional con la destrucción urbanística y monumental de la ciudad que tanto amaba y admiraba, perpetrada por sus munícipes, sin excepción de colores políticos, en los últimos cien años.

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(1)  https://javierbarreiro.wordpress.com/2011/07/28/primeras-grabaciones-de-jota-el-royo-del-rabal-isidra-vera/

(2)  Sus interesantísimas memorias, publicadas por capítulos en Heraldo de Aragón, fueron reproducidas en tirada muy reducida por La Cadiera. En 2013 la Institución Fernando el Católico ha publicado una nueva y excelente edición preparada por Fico Ruiz: Mariano Gracia Albacar,  Memorias de un zaragozano (1850-1861).

(3) El episodio reproduce los cuatro dibujos de Galdós que publicamos: el Puente de Piedra, una vista del Seminario de San Carlos, inspirada en una de las conocidas estampas de Gálvez y Brambila, otra de las ruinas del convento de Santa Engracia y  un dibujo de la Puerta del Carmen. Para mayores precisiones V. Jesús Rubio Jiménez y Brian J. Dendle, Galdós y Aragón, Zaragoza, Ibercaja, 1993.

(4) Por la perspectiva y, sobre todo, porque no fue terminada hasta 1869, no puede ser la cúpula central del Pilar, como alguien escribió.

 

 

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