«Lo captado y lo que se captará una vez,
siempre de nuevo una vez y sólo ahora
y sólo aquí»

(Paul Celan)

 

APERTURA DE LO POSIBLE

Lo posible se abre y somos requeridos.

En tanto más se acerca, más es. Dicho de otro modo, se posibilita en lo que tiene de único. Así, el mundo, desde el momento en que se deja alcanzar por lo que viene a nosotros, es puro experimento.

La poesía es lo posible, lo que puede ser y también los medios disponibles para esa ejecución del hecho. El poema, como tal, nos trae una presencia errátil, y con ella, su exposición en ese lugar de desafecto –desarraigo, si se quiere– a decir de Eliot[1].

Cada poema es, por consiguiente, un lugar de encuentro, y en él se da esa presencia a la que expone el poema: el acontecimiento del Ser.

Sin embargo, ¿cómo decir lo posible? ¿Cómo nombrarlo?

Si convenimos que la poesía es lo posible, en efecto, aquello de que nos habla el poema es también lo insólito, lo imposible que tiene el encuentro.

Decir Poema es exponerse, en definitiva, a la presencia tal vez imposible del encuentro.

Lo que reclama la pregunta del poema es sólo la atención de la que habría de partir una lectura. Pero esa atención debe corresponder, de una forma u otra, al requerimiento del encuentro, con esa presencia que el poema -que todo poema- no cesa de invocar.

La imposibilidad de tal encuentro nos deja desguarnecidos ante la alienación. Poetizar es, por tanto, lo que permanece frente al desarraigo del mundo tecnificado.

En definitiva, dejar ser al ser, para lo que la Poesía escrita utiliza inevitablemente las palabras, aunque éstas no digan lo que es el ser, sino que nos preparan para su presencia.

Así pues, la Poesía, tal como la entiende el pensador Martin Heidegger y como la entiendo yo, es más un escuchar que un decir, un silencio paradójico que habla e insinúa.

HABITAR EL INSTANTE, HABITAR EL MUNDO

Poéticamente habita el hombre sobre la tierra[2], nos dice Hölderlin. Y ese escriturar el instante parece ser el único modo humano de habitar poéticamente, el que viene dado por la «cuadratura» [Das Geviert] de los dioses, el cielo, la tierra y los hombres. Si faltan el poetizar y el pensar entonces no se habita, se vive errante, desarraigado entre representaciones y estructuras artificiales.

Lenguaje, postrero garante del habitar humano. El lenguaje natural, el habla, dice el ser de las cosas, las deja que sean en su polivalencia y libertad. El habla sabe más que nosotros, por eso lo posible imposible del poema. Por eso vamos al encuentro del misterio, de la verdad de las cosas. Buscamos el nombre.

Hay en el Poema un eco del ruego con el que tal vez se inició el lenguaje.

El poeta llama, reclama aquello que, en el desvelarse hace aparecer precisamente el ocultarse, y lo hace aparecer de esta manera: en tanto que lo que se oculta.

El instante se fragua. Nosotros asistimos a él. Salimos a su encuentro. Porque aún no somos, luego seremos: Para venir a lo que no eres, / has de ir por donde no eres[3].

 

EL LUGAR DEL POEMA

Para devenir, el poema nunca puede ser una engañifa ni un espejismo, sino erigirse más allá del punto exacto e intocable donde confluyen tierra, mar y cielo. Esto es, donde la naturaleza se metamorfosea en paisaje y experiencia y en libro de la vida; más allá de la firme voluntad del mundo se erige la inquebrantable voluntad de la representación: la mirada que contempla y la conciencia vigilante.

Por eso la poesía supone el camino hacia las palabras desde la verdad, es decir, desde la autenticidad y, por lo tanto, el objetivo es la palabra. No es necesario averiguar por qué extraños procedimientos el lenguaje verifica el milagro de instaurar un nuevo mundo más significativo que el real. Basta con que se dé.

No es ilógico pensar que el camino de lo poético permanece en un estado orientado hacia la búsqueda. Poiesis: creación. Lo que está en camino, lo que no es hasta que es, finalmente. El decir poético como alumbramiento del sentido: la palabra que trae la luz, la que da a luz.

Orientado hacia el misterio, hacia el santuario que cada cual lleva en sí mismo, y mediante un proceso de despojo y desenmascaramiento, lo poético se confirma más adelante como cuerpo, casa, refugio, como templo donde enraizarse en el mundo.

Cada poema, en tanto existe, traza su propia venida «al lugar» y así, el compromiso de lo poético con la cuestión del «lugar» debe ser convincente. La escritura nos conduce hacia él mediante la creación de una topología ontológica a través de la descripción, en términos psicológicos y existenciales, del pertenecer y del hogar, de la casa.

Este sentido de pertenencia se establece a través de una narración poética, ciertamente compleja, de la identidad que representa el cómo llegamos a ser «en la tierra», cómo llegamos a morar allí.

Será la naturaleza de vivir, y quizás no otra cosa, lo que nos será posible extraer del poema.

 

DANIEL ARANA

Formado en Filología Inglesa y Psicología, se ha especializado en literatura, teoría literaria y traducción. Ha ejercido la crítica en revistas como Laberintos, Letras s5, El coloquio de los perros, El Pollo Urbano o Amanece Metrópolis, donde dirige la sección de literatura y cine. Miembro de la Asociación Aragonesa de Escritores y del consejo de redacción de la revista británica especializada en cine fantástico We Belong Dead. Dirige la colección de poesía Dasein, en la editorial Sindicato de Trabajos Imaginarios. Ha participado en Deletréame Poesía, (I Festival de Poesía de Gijón), coordinado las tertulias sobre poesía y pensamiento «Respirar la palabra» (2014-2015) y publicado la selección y traducción de poesía norteamericana, «Los Otros Aullidos» (STI, 2014); la plaquette «George Oppen, Fragmentos para una Poética Activa» (La Herradura Oxidada, 2015); ha colaborado en los libros conjuntos «Con Clave de Fa aún Mayor» (Gabinete de Ediciones Artísticas, 2015); «70’s Monster Memories», «Unsung Horrors» y «Son of Unsung Horrors» (tres antologías británicas sobre cine de terror, en 2015, 2016 y 2018, respectivamente), y publicado dos poemarios propios «Abisal» y «Materia del Tiempo»  (STI, 2016 y 2017, respectivamente). En la actualidad, trabaja en un ensayo sobre poesía y fenomenología, prepara una edición bilingüe español-francés de los «Cuartetos» de Francis Jammes y otra español-inglés de «Bajo el bosque lácteo», de Dylan Thomas.

[1] ELIOT, T.S. 1974. «Burnt Norton», en Collected Poems. London: Faber and Faber, p. 180

[2] Dichterisch wohnt der Mensch, cit. en HEIDEGGER, Martin. 1967. Vortrage und Aufsätze. Pfullingen: Neske, p. 64

[3] SAN JUAN DE LA CRUZ. 1959. Obras Completas. Burgos: Monte Carmelo, p. 415


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