Autora: Marta Gil Cano.

 

CORAZÓN DE PLOMOCorazón de plomo

Ya no sé lo que hacer para vaciar mi corazón de plomo.

Ese que se entromete entre mis pies. La piedra con la que repito colisiones.

Mi piedra.

Hacerle agujeros no sirve, el alquitrán de dentro no se deshabita.

Partirlo en dos, ¿para qué?

La negrura los une de nuevo con el caer de las hojas.

Dejarlo abandonado, ¿cómo? Lo llevo atado a los tobillos.

Yo tan sólo quiero que vuelva a su sitio, entre las costillas.

Que palpite tiernamente, y no con hachazos.

Que aleje el gris y las tinieblas.

Leve y volátil. Suave y ufano.

Algo que me dé anhelos, sueños, luces, colores, y no aflicciones.

Que se eleve con el viento y deje de ser ancla. Que me

acompañe en el camino y no sea un presidio.

Desdichada desdicha mi corazón de plomo.

que no podrá ser jamás un corazón liviano.

Yo lo he hundido. Yo

lo he macizado. Yo lo

he encadenado. Yo lo

he matado.

BIOTÉCNICA DE LA NATACIÓNBiotécnica de la natación (1)

A veces me gusta soñar con vivir sin sentimientos; que el corazón sólo hiciera su función biológica.

A veces me gusta soñar con morir sin premeditación; un accidente, un infarto,

un asesinato.

Lo típico: no siento, no padezco.

Pero no estamos hechos así, somos seres imperfectos y como tales, amamos.

Y amar implica sufrir. Y sufrir implica vivir.

Nadie elige nacer pero sí elige seguir viviendo.

La inercia de la existencia nos hace seguir aquí, aguantando chaparrones y tormentas. Por eso nos enseñan a nadar desde críos.

Brazada, brazada, respira, brazada. Brazada, brazada, respira, brazada.

Y así hasta que llegamos al otro lado, nuestra meta. Lástima que cuando consigues una quieres otra. O peor, te empeñas en mejorar el tiempo; hacerlo más rápido, hacerlo mejor.

Te pasas la vida nadando de un lado a otro de la piscina, no importa si muchos te adelantan e incluso te doblan en vueltas, el destino es el mismo: Todos acabamos cansados y arrugados.

A veces me gusta soñar con salvar al mundo; llevarnos a todos lejos del agua contaminada.

A veces, simplemente, me gusta soñar con la esclava realidad.

MI PIEL

Mi piel

Mi piel es una membrana muy fina.
Es menuda y pulsativa.
Está llena de agua y como ella, al más mínimo roce tiembla.
Vibra y se expande.

Cualquier fricción leve puede provocar la más fiera de las tormentas.
Por eso, me da miedo tocar otras pieles.
Una tenue caricia a otra tez que esté en movimiento
y sus ondas se esparcirán por la mía.

Su dolor será mi dolor.
Su pena mi propia pena.

Mi membrana absorbe sin importar el vendaval que trae consigo.
Se empapa del llanto de la otra piel,
aunque yo misma ya me esté ahogando
Soy un náufrago a merced de cualquier temporal.

Si te invade el viento, si te invaden las olas,
me arrastrarán consigo.
Si te invade el calor, si te invade la luz,
yo me quedaré fría y a oscuras.

Mi piel es una membrana muy fina,
Es menuda y pulsativa.
Está llena de aire y como él, al más mínimo roce oscila.
Tiembla y se esparce.

Pero tan sólo con los tifones ajenos,
la quietud no me traspasa
y la calma no se contagia.
Soy el ojo del huracán y en él no existe la paz.

Por eso, me da miedo tocar otras pieles.
porque cuando mis escamas no funcionan,
y no puedo no sentir nada
me hundo en mares extranjeros.

 

DE LUCES A SOMBRAS

De luces a sombras
Habitaba en la penumbra
temiendo los centelleos;
no quería que unos ojos extraños
se posaran en sus tinieblas.

Más un día, dos soles lo hicieron
y mantuvieron la mirada.

Luz.
Al principio escocía.
Ciega, apalizada, desnuda y asustada.
Era humillante.

La mano dulce de los dos soles la recogió
y de amor propio un tierno brote
en un pequeño recoveco nació.

La oscuridad la seguía envolviendo,
pero el odio se deshacía.
Los jirones negros desaparecían.

Pudo abrir los ojos; descubrir la luz.
Pudo respirar aceptación; percibir el calor.
Pudo aprender a caminar; dejar el miedo atrás.

Encontró una felicidad hecha a su medida:
tímida, pequeñita y veleidosa.

Pero tan tímida, tan pequeñita y tan veleidosa
que la fragilidad triunfó
y con un pequeño soplido helado
toda ella se desvaneció.

Hace ya tiempo que siente sus pupilas translúcidas.
Teme que se vuelvan opacas.
La luz es tibia y no cálida.

La primavera se ha marchitado
dando paso a un invierno bestial
feroz, crudo y despiadado.

Las cicatrices brillan,
los jirones se recomponen,
la fealdad vuelve
y las tinieblas la engullen.

Se araña la cara
desesperada y anhelante
en busca de una venda que arrancar
pero sus dedos sólo atrapan carne.

Y ríos de angustia,
mezcla de lágrimas y sangre
caen hacia unas piernas que ya no resisten
las embestidas del impasible norte.

Oscuridad.
Mis dos soles, ¿dónde estáis?

Autora: Marta Gil Cano.

Nació en Barcelona en 1993, se mudó a Rubielos de Mora (Teruel) en el año 2004 y se trasladó definitivamente a Zaragoza en 2013, donde cursa sus estudios en Filología Hispánica. En su blog www.unaflorquesemarchito.blogspot.com.es, publica algunos textos y poesías que escribe. Ha ganado el premio de poesía y relato del Instituto Miguel Servet los dos últimos años.


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