Ricardo Fernández Moyano Revista ImánLa magia de los días que se fueron

no es real. Esa luz

que ahora ciega las pupilas

—celada oculta de la noche—

esquiva aristas.

El ayer se perdió en la bruma

olvidada de los relojes,

pero te dejas deslumbrar

por el asombro del amanecer

en este día de verano.

 

 

 

Una sola palabra

cubre los besos,

una mano de luna para ocultar el sol.

Nadie puede encerrar la mirada de un niño,

no se puede atrapar su cálida sonrisa

ni sembrar ruinas

en el nocturno campo.

 

 

 

 

La lluvia preguntó al desierto

por el jardín de las raíces:

silencio.

Estaba demasiado ocupado

en destruir dunas

y levantar fronteras.

 

 

 

 

En esperas calladas

se esconden versos,

caricias cegadas por un estruendo

de niebla.

Lágrimas de arena

en declives de cielo.

 

 

 

 

En mitad del andén
de la ignorancia
hay una voz
que clama auxilio,

pavor en el vagón

difuminado de la tarde.

 

 

 

Si algún día te atrapa

la red de los pescadores de lazo

pensarás que la vida es indolencia.

Llegará la luz y tu mano

abrirá las almenas

que las ramas cerraron

para que olvidaras tu mapa.


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