Sonreímos mordiéndonos las pupilas,
arañando la locura
a través de la delgada línea de fuego que avanza
por las grietas de los párpados.
Por las voces rotas
que comenzaron a arder a través de la piel,
junto a las inscripciones de los huesos.
Una imagen encendida
En los espacios de las costillas,
Labios contraídos
En un instante fragmentado,
Sangre brillando en silencio.
Y tu palabra, rugiendo…
Contenida por el impulso del fuego.
II
Intento ser parte de un cuerpo sonámbulo,
una extremidad afligida,
sumergida entre piedras y tierra.
Siendo río.
Crecer en un espacio enfermo,
sin lenguaje ni idioma.
III
He respondido a lo que no me pertenece sin mostrar las desapariciones,
sin preservar la mentira.
Sólo una entrada en la noche para advertir un dolor en su naturaleza,
Y permanecer inmóvil,
Sin abandonar la cicatriz,
Al pie de la escalera.
IV
Una espera abandonada que tiembla en las raíces,
Sin confesar el mito,
sin presenciar la carencia.
Sólo una pérdida extinguida en el laberinto ciego.
V
Estaba solo
Casi en la orilla
Sin revelación
Impasible
Rodeado de piedras rotas que lancé a los árboles para despertar a los pájaros que huyeron asustados en un vuelo cerrado.
No fue un regalo al cielo, ni el espanto de una huida.
Fue la interpretación de un lugar,
La transición de algo extinto.
BIOGRAFÍA
Erik Salvador Artigas
Nació en Zaragoza en 1995. Estudia Historia en la Universidad de Zaragoza. Formó parte del grupo poético Ars Poética con el que publico el poemario “Ruinas, memorias y anatema” junto con Sergio Lasmarías y Juan Giraldo Rincón. Entre sus influencias destacan autores y autoras como Rimbaud, Pizarnik, Gil de Biedma, Blanca Varela, etc.