Autor: Rubén Pérez Moreno.

          En las dos últimas décadas hemos asistido a un verdadero impuso de los estudios en torno al exilio en general y al exilio artístico en particular. Tenemos que recordar que al silencio y olvido del franquismo, le siguió el pacto de amnesia colectiva en que se fundamentó el proceso de transición a la democracia. Sirva como anécdota, pero a la vez como símbolo de esos primeros años democráticos, que en 1983 se celebró en el Palacio de Velázquez de Madrid la exposición El exilio español en México[1] y no pudo colocarse en las puertas del edificio una reproducción de gran tamaño de la portada del catálogo donde aparecían unidas la bandera tricolor republicana y la mexicana. A inicios de los años noventa, el fenómeno de la diáspora cultural republicana y sus protagonistas carecía todavía de una investigación profunda y significativa,[2] y el conocimiento acerca de los artistas aragoneses que pasaron al exilio era vago e incompleto. No podemos afirmar que esta laguna se haya subsanado en su totalidad. El trabajo pendiente es largo y complejo, pero poco a poco, paso a paso, diferentes investigaciones están consiguiendo arrojar, por fin, luz en torno a este oscuro periodo de la Historia de España que sigue siendo objeto de polémica, tal y como pudimos comprobar con la Ley de Memoria Histórica, aprobada en el Congreso de los Diputados el 31 de octubre de 2007 (Ley 52/2007, de 26 de diciembre), de gran repercusión mediática y política; o el auto del juez Baltasar Garzón fechado el 16 de octubre de 2008, por el que se declaraba competente para investigar las desapariciones durante la Guerra Civil española y el franquismo por considerarlos un delito dentro del contexto de crímenes contra la humanidad,[3] y cuyo resultado es por todos conocido.

Refiriéndonos concretamente al plantel de artistas plásticos aragoneses afectados por la guerra y el exilio,[4] a modo de breve nómina comentada, hemos de citar en primer lugar a aquellos cuya vida quedó sesgada durante la Guerra “incivil”. Ramón Acín (Huesca 1888-1936), uno de los más activos representantes de la vanguardia aragonesa en los años veinte y treinta, fue fusilado en julio de 1936. Al jovencísimo Federico Comps (Zaragoza, 1915-1936) lo mataron en octubre de 1936 con solo 21 años, dejando una breve pero interesantísima obra surrealista; como también asesinaron al veterano Baltasar González (Borja, 1861-Tierga, 1936).

im1Entre los que marcharon al extranjero, se han recuperado críticamente algunas importantes figuras, mientras en otros casos carecemos de estudios de amplitud. Juan José Luis González Bernal (Zaragoza, 1908-París, 1939) llegó a Francia meses antes del gran éxodo de 1939, para fallecer de tuberculosis al norte de París poco después del final de la guerra. Su rescate artístico parte de la exposición antológica celebrada en 1983, momento desde el cual su obra surrealista ha formado parte de las principales muestras sobre dicha corriente celebradas en España.

A Venezuela marchará Ramón Martín Durbán Bielsa (Zaragoza, 1904-Caracas, 1968), que tras abandonar Barcelona ante el inminente ataque de las tropas franquistas a la Ciudad Condal, inició un largo camino que lo llevará primero a París y Niza. Reconocible por sus estilemas de raíz cezanniana o el influjo sunyerano, evolucionará antes de su marcha hacia una moderna figuración entroncable con los realismos europeos, con cierto sentimiento crítico.

José Alloza Villagrasa, nacido en Bujaraloz en 1905, emigrará a Barcelona, adquiriendo fama por sus dibujos para varias editoriales catalanas, siendo además director de L´Esquella de la Torratxa. En 1939 pasará a Francia y más tarde, en 1940, recalará en la República Dominicana, viajando cuatro años más tarde a Venezuela. En el exilio americano fue uno de los más destacados ilustradores en publicaciones periódicas y libros.

El periplo como exiliado de Luis Marín Bosqued (Aguarón, 1909- Zaragoza, 1987), comenzó, tras pasar la frontera, en el campo de refugiados de Argelès-sur-Mer, de donde escapó. Con la caída de París a manos de Hitler huyó a Burdeos, donde gracias a Juan Negrín consiguió un pasaje en un barco que partía a Santo Domingo, el Mexique. La República Dominicana prohibió su entrada, por lo que marcharon de país en país hasta que Lázaro Cárdenas les acogió en México. Más tarde, en 1941, llegarán su esposa y sus hijos, uno de los cuales, José Luis Marín de L’Hotellerie (nacido en 1932),[5] llegará a ser reputado arquitecto y también pintor. Bosqued participó intensamente en la vida cultural del país azteca como pintor, escritor y crítico, además de practicar la docencia.

El propio escritor Ramón J. Sender (Chalamera, Huesca, 1901- San Diego, 1982), que se instala definitivamente en Estados Unidos en 1942 tras pasar por Francia y México, se dedicó a la pintura desde sus primeros años en la Universidad de Alburquerque, con una interesante obra metafísica-surrealista.

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Del cineasta Luis Buñuel y de su exilio en Estados Unidos y México sobran las palabras, más allá de recordar la influencia creativa sobre los collages de su hermano Alfonso (Zaragoza 1915-1961).

          Dos de los más destacados artistas aragoneses, Honorio García Condoy (Zaragoza, 1900-Madrid 1953) y José Manuel Viola (Zaragoza, 1916-El Escorial, 1987), pudieron regresar pronto tras un breve exilio en París.

El desconocido escultor José Clavero (Escatrón, 1906-Toulouse 1973[?],[6] vinculado a los círculos cenetistas, estuvo integrado en la 26ª División, antigua columna Durruti. Internado en el campo de concentración de Vernet d´Ariège, continuó desarrollando en el país vecino, con bastante actividad expositiva en los años cuarenta y parte de los cincuenta, el trabajo en madera iniciado en los años republicanos en Barcelona. Carecemos de datos respecto al lugar y fecha de fallecimiento.

La figura aragonesa más importante establecida en Francia fue Eleuterio Blasco Ferrer (Foz-Calanda, 1907-Alcañiz, 1993),[7] tanto por su obra como su proyección en territorio galo. Vinculado al ideario ácrata, desempeñó el papel de Miliciano de la cultura en la 26ª División durante la Guerra Civil. Tras pasar a Francia en el éxodo de febrero de 1939, estuvo internado en los campos de concentración de Vernet d´Ariège y Septfonds, de donde salió para trabajar en la construcción de material bélico en una fábrica de Burdeos. Tras establecerse en París, en 1942, desarrolló una prolífica obra en hierro con la que alcanzó una gran popularidad.

im33Gregorio Oliván García, escritor y periodista aragonés nacido en 1907, además de juez de profesión, muy unido a la CNT y al movimiento libertario, es conocido especialmente por su Romancero de la Libertad.[8] Recoge dicha obra romances que giran en torno al momento de paso por la frontera y los primeros tiempos de vida en el exilo. Cultivó la crítica artística y llegó a exponer en 1947 en la primera gran muestra del exilio en Francia: Arte español en el exilio, celebrada en Toulouse y París.[9] Falleció en 1961 en Saint-Germain-en-Laye.

Esta sucinta lista de “eternos quijotes”, recordando el papel simbólico que el hidalgo caballero cervantino supuso para los exiliados españoles por sus ideales y noble peregrinar,[10] seguro que incompleta, no es sino un demoledor recuerdo de nuestros compatriotas desterrados, exiliados, desarraigados. La Guerra Civil y el exilio, brecha implacable de la historiografía del siglo XX, han dado lugar a zonas oscuras en la Historia del Arte que han de ser convenientemente exploradas para resaltar la extraordinaria riqueza de la plástica española del siglo pasado.[11]

[1] VV.AA., El exilio español en México, Ministerio de Cultura, Madrid, 1983.

[2] Véase sobre este tema, entre otros, el lúcido análisis de DÍAZ SÁNCHEZ, Julián, “Memoria y olvido. Sobre la fortuna de los artistas del exilio en la España democrática”, Migraciones y Exilios, nº 6, Universidad Complutense de Madrid, 2005, pp. 9-21.

[3] Los dos autos íntegros del juez sobre los crímenes de la dictadura, con prólogo de Carlos Jiménez Villarejo, fueron editados por el diario Público en 2010 bajo el título Garzón contra el franquismo.

[4] Véase a modo introductorio, aunque con alguna destacada ausencia, el texto de GARCÍA GUATAS, Manuel, “Muerte o exilio de los artistas”, en ARA TORRALBA, Juan Carlos y GIL ENCABO, Fermín (Eds.), La España exiliada de 1939, Actas del Congreso «Sesenta años después», Instituto de Estudios Altoaragoneses e Institución Fernando el Católico, Zaragoza-Huesca, 2001, pp. 71-93; o de forma más general, la siempre referencial obra de LOMBA SERRANO, Concha, La plástica aragonesa contemporánea, 1876-2001, IberCaja, Zaragoza, 2002.

[5] LORENTE LORENTE, Jesús Pedro, “En el nombre del padre: los legados de la familia Marín en Aguarón y Alagón”, Revista de Museología, nº 69, AEM, 2017, pp.102-105.

[6] PÉREZ MORENO, Rubén, “José Clavero. Trazos artísticos de un libertario exiliado”, Artigrama, nº 30, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2015, pp. 301-313.

[7] PÉREZ MORENO, Rubén, Eleuterio Blasco Ferrer. Trayectoria artística de un exiliado, IET, 2017.

[8] OLIVÁN GARCÍA, Gregorio, Romancero de la Libertad, Solidaridad Obrera, París, 1947.

[9] Véase la nómina completa de expositores en el Album des Expositions d´Art Espagnol en Exil, Editorial de M.L.E-CNT, Toulouse, 1947.

[10] Sobre ello ya nos referimos en: PÉREZ MORENO, Rubén, “Picasso y don Quijote, dos símbolos del exilio artístico español de 1939”, en VV.AA., Simposio Reflexiones sobre el gusto II. El recurso a los simbólico, IFC, 2014 (en prensa).

[11] Dos magníficas exposiciones han contribuido a reflexionar de manera global sobre el arte del exilio y sus complejas relaciones. Véanse: BRIHUEGA, Jaime y LLORENTE, Ángel (Coms.), Tránsitos. Artistas españoles antes y después de la Guerra Civil, Fundación Caja Madrid, Madrid, 1999; y BRIHUEGA, Jaime (Com.), Después de la alambrada. El arte español en el exilio 1939-1960, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y Universidad de Zaragoza, 2009.

Autor: Rubén Pérez Moreno.

Rubén Pérez Moreno (Calatayud, 1978) es doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación consolidado Vestigium, dedicado al estudio histórico del arte aragonés. Su ámbito de trabajo gira en torno al arte de la II República, la Guerra Civil y el exilio en Francia, del que es autor de diferentes publicaciones.


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