Rosa Valiente UrreaSEGUNDA JUVENTUD
Rosa Valiente Urrea

Se encontraba Enrique apenado y caviloso, observando todo lo que le rodeaba, esa librería, cuadros y enseres que le traían recuerdos de cuánto les costó pagar ese pisito y amueblarlo.Las fotos de boda de sus hijos colgadas de esas paredes, tantas cosas acumuladas, cuanta soledad.Su mujer, Angelines, ya no estaba, su compañera de toda la vida desde niños.Él se preguntaba qué haría con su vida tras el fallecimiento tan inesperado de ella, y que lo sumió en una tristeza que preocupaba a sus hijos. No lo dejaban nunca solo, ayudando en lo posible y animando a que saliera con algún amigo.
Enrique hacía poco que estaba jubilado, y para sus años se conservaba muy bien, salvo por un infarto sufrido que parecía ya recuperado, con buena pensión y sus ahorros veía su futuro tranquilo.
Pasado un tiempo, y viéndose muy solo, decidió hacer caso a los consejos de sus hijosy acompañar a sus amigos. Llegaron a un local con música donde se veían parejas bailando, y personas solas de ambos sexos charlando muy animados.
Enrique, observando desde la barra, estuvo a punto de salir sin despedirse y volver a casa a su soledad, ya que sus amigos comenzaron a bailar enseguida, allí se conocían todos, eran de edades parecidas.Pero no lo hizo, tomó su consumición y pasó su mirada alrededor y no encontró nada que despertara su interés, sí que había mujeres muy animosas.
Enrique decidió volver una noche y viendo como entraba una mujer de armas tomar, que concitó todas las miradas de señores y señoras. Enrique sintió que se le pasaban todas las penas ¡Qué mujer!
Era Angustias, ya madura, madre de tres hijos, morena, vestida con unas mallas ajustadas y con un busto generoso que no dejaba nada a la imaginación. Simpática y cariñosa,no le faltaron pretendientes para bailar, hasta Enrique se decidió por primera vez, hasta entonces no le había llamado la atención ninguna señora, las veía mayores.
Él tampoco había pasado desapercibido para las señoras, era un jubilado bien plantado y conservaba parte de su atractivo.
En los días siguientes Angustias era muy melosa con él, no paraban de bailar, los amigos no salían de su asombro, aconsejándole que no se entusiasmara demasiado, algunos de ellos habían sufrido algún desengaño.Iba todo muy deprisa, los hijos ya no lo pillaban en casa casi nunca, o viajaba o de fiesta por lo que se alegraron.
Hasta que una mañana, Carmen -su hija mayor- que era la que más lo visitaba para ayudar en el hogar, ya que su padre se negaba a que allí entrase mujer alguna, después de su madre. Ese día Carmen, entró con su llave como siempre y sin avisar, se encontró con Angustias desayunando en la mesa de la cocina, con bata, camisón y zapatillas de su madre.
Carmen no supo cómo reaccionar, dando media vuelta salió sin decir ni una palabra a su padre, aguantando la rabia e impotencia y las ganas de arrancarle a Angustias la bata y alguna joya que no le pasó desapercibida, como los pendientes negros de su madre que sabía que eran para ella.
Los dos hermanos y Carmen investigaron las cuentas de su padre, descubriendo que los ahorros estaban intactos, no así la cuenta corriente que había menguado considerablemente.Enrique se reunió con sus hijos y sin mediar palabra les entregó todas las joyas de la madre sin excepción, incluidos los pendientes de Ónix. Sus hijos le aconsejaron que tuviera cuidado, ellos veían bien que saliera y que incluso rehiciera su vida, pero que Angustias no les inspiraba confianza alguna.Él hizo caso omiso y siguió su vida incluso pensando en boda.
Un día Enrique al entrar en casa, escuchó voces, era Angustias hablando por teléfono con su tierra. Al ir a cerrar la puerta, escuchó unas palabras refiriéndose a él “el viejo caerá pronto, no te preocupes” que lo dejaron paralizado. Esas palabras lo decían todo, dejaban al descubierto las intenciones de Angustias, a Enrique se le cayó la venda de repente con dolor de su corazón, cerró la puerta con un portazo y disimulando entró como si nada.No se equivocaba Angustias, con tanta actividad sexual y comilonas, pasado un mes Enrique sufrió un infarto fulminante.Angustias estaba convencida de quedarse en el piso, algo habían hablado pero no había nada escrito. Fue una sorpresa para todos la lectura de las últimas voluntades de Enrique.“Los tres hijos eran herederos universales y para Angustias una pequeña cantidad de dinero por los placeres disfrutados.
Palabras textuales de Enrique.


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