felipe espilezSoledad blanca

Y fueron surgiendo huecos en el aire
por donde se escapaban los sueños,
hasta que un poeta, sin que lo viera nadie,
tapó los agujeros con versos.

Nadie se enteró, nadie nunca supo nada,
excepto una margarita que, una noche muy negra,
vio con su mirada de nata
a un poeta llorar sin que nadie le viera.

Y ahora, que lo saben todos los jardines,
cuando el poeta pasea,
liberan todos sus perfumes
en un silencio de margaritas negras.

Aunque nadie se entere, ni nadie sepa nada.


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