separadorLuis Fernando de Julián

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OBRA GANADORA DEL VI CONCURSO NACIONAL DE TEXTOS TEATRALES “VILLA DE HECHO” 2016

 

 

 

c. Benjamín Núñez González, bajo licencia Creative Commons

c. Benjamín Núñez González, bajo licencia Creative Commons

 

 

 

 

PERSONAJES

MÓNIKA- Mujer joven del este de Europa.

PERIODISTA- Hombre maduro de expresiones inseguras.

FUNCIONARIO DE PRISIONES

 

 

ACTO ÚNICO

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Cuarto de visitas de una cárcel. Cuatro o cinco mesas blancas con sus respectivas sillas, de las cuales sólo una está ocupada por el Periodista que espera.

Entra el funcionario de prisiones sujetando a Mónika del brazo. El periodista se pone en pie.

FUNCIONARIO- Tienen quince minutos. Ni uno más. ¿Lo han entendido?

MÓNIKA- (Silencio.)

PERIODISTA- Sí. Gracias.

FUNCIONARIO- Si necesita algo llame a la puerta.

PERIODISTA- Entendido.

El funcionario mira con desprecio a Mónika y sale por donde entró.

PERIODISTA- Siéntese por favor.

MÓNIKA- ¿Quién eres tú?

PERIODISTA- Soy Manuel Ferrer, periodista de…

MÓNIKA- No me interesa. (Se da la vuelta hacia la puerta.) ¡He acabado! ¡Quiero salir!

PERIODISTA- ¡Espere, espere!

MÓNIKA- ¿Qué quieres?

PERIODISTA- Sólo hablar con usted…

MÓNIKA- ¿De qué quieres hablar?

PERIODISTA- Bueno, quería… Yo, me gustaría hacerle unas preguntas.

MÓNIKA- ¿Qué preguntas?

PERIODISTA- Preguntas para redactar una entrevista…

MÓNIKA- ¿De verdad quieres entrevistar a una muerta?

PERIODISTA- No diga eso…

MÓNIKA- Eso es lo que soy. Aquí dentro o ahí fuera, eso es lo que me espera. En cualquier momento va a suceder y eso hace que ya haya pasado…

PERIODISTA- Podemos cambiarlo. Su testimonio puede ser revelador. Si hacemos un buen artículo la opinión pública se volcará a su favor y, créame, eso puede ser determinante.

Silencio.

PERIODISTA- Siéntese, por favor.

MÓNIKA- No me llames de usted, me incomoda.

PERIODISTA- Perdón.

MÓNIKA- ¿Tienes un cigarro?

PERIODISTA- Sí.

Mónika se deja caer a plomo sobre la silla. El periodista saca su bloc y un bolígrafo.

PERIODISTA- La noche en la que-

MÓNIKA- (Interrumpiendo.) ¿Y el cigarro?

El periodista saca un cigarrillo y lo deja frente a Mónika que lo recoge con sus manos esposadas y se lo pone entre los labios. Mónika se incorpora hacia delante solicitando fuego.

PERIODISTA- Ah, sí.

El periodista busca su encendedor pero no atina. Finalmente lo encuentra y lo arrima encendido hacia Mónika.

MÓNIKA- Estate quieto. Yo me acercaré.

Mónika degusta una profunda calada.

MÓNICA- Pareces nervioso, ¿lo estás?

PERIODISTA- Es este sitio; me incomoda un poco…

MÓNIKA- Esta sala es el espacio más seguro en el que he estado desde que llegué a este país. ¿Quieres que te cuente cómo llegué aquí, a tu país?

PERIODISTA- …sí …claro.

MÓNIKA- No, claro, eso no es lo que te interesa. ¿Para qué perder tiempo con eso? Tú quieres que te cuente lo que pasó aquella noche, ¿verdad?

PERIODISTA- Bueno… Hay muchas cuestiones que despejar sobre lo que ocurrió, tal vez tu testimonio…

MÓNIKA- Ya he testificado ante el juez hace dos días y no ha servido para nada. ¿Para qué quieres saber más? Con lo que dije es suficiente. Diga lo que diga nadie lo va a creer, sólo soy una chica del Este. Otra Mónika más, ¿verdad?

Silencio.

MÓNIKA- (Da otra calada a su cigarrillo.) Haremos un trato.

PERIODISTA- ¿Qué trato?

MÓNIKA- Primero te contaré cómo llegué hasta aquí, y luego podrás hacerme una sola pregunta sobre aquella noche. Con eso tienes más que de sobra para tu artículo, o lo que quieras escribir… ¿Qué dices?

PERIODISTA- Me parece bien.

MÓNIKA- Anota todo lo que voy a contarte, porque es posible que si vuelves ya no esté.

El periodista retoma su bolígrafo y bloc.

MÓNIKA- (Da otra calada a su cigarrillo y se coloca dando la espalda al periodista.) Mi nombre no es Mónika, sino Katarzyna. Todas nos llamamos Mónika porque es lo único que sabéis pronunciar los hombres de aquí. Tengo veintisiete años y soy de Polonia. Hace tres años que llegué a tu país. ¿Cómo llegué? De la misma forma que llegan todas, de una de la que no sospechas cuando se presenta. (Pausa.) Empecé la carrera de filología, me hubiese gustado ser profesora de literatura, pero mi familia no pudo ayudarme a pagar los estudios así que lo dejé y busqué un trabajo. Sólo pude encontrar uno para los fines de semana en una cafetería, sirviendo té y pierniczkis a las señoras que quieren aparentar ser de clase alta, pero no era suficiente dinero. No era suficiente para nada. Ni para poder independizarme, ni para continuar los estudios ni para ayudar en casa… No era suficiente dinero. (Pausa.) Una tarde me llamó una amiga de la universidad porque había visto un anuncio en el que pedían chicas jóvenes para campañas publicitarias en el extranjero durante los meses de verano. Nunca me he considerado guapa, pero por intentarlo no perdía nada. Me presenté en la dirección, un apartamento amplio pintado de blanco y con aspecto muy moderno. Allí fueron muy amables. A las seis chicas que nos presentamos nos invitaron a un refresco y luego nos hicieron un book de fotos que nos enseñaron allí mismo en la pantalla del ordenador. Me veía fantástica, estaba realmente guapa, era la primera vez que me hacían un book profesional… Nos dijeron que nos llamarían, así que me fui a casa con la esperanza de poder volverme a ver retratada en fotografías de esa calidad. (Da una calada a su cigarrillo.) A la mañana siguiente me llamaron. Había sido seleccionada y esa misma mañana tenía que salir de viaje a París. Todo fue tan precipitado… no tuve tiempo de pensarlo… me dijeron que si no me interesaba lo dijese lo antes posible porque había más candidatas… Me presenté con mi maleta en la estación de tren. El mismo hombre que me había hecho las fotos me recibió como si yo fuese una diva, hasta se ofreció a cargar mi maleta en el vagón. Su nombre ya no importa, porque ahora sé que era falso (Pausa.) En el viaje hablamos durante horas, me contó toda la vida y detalles de su familia. Ahora también sé que todo era inventado… Durante el viaje recibió una llamada y entonces me dijo que había cambio de planes, que una modelo había fallado en una campaña en España y que yo la sustituiría. Cuando acabase, iríamos a París.

Silencio. Entra el funcionario de prisiones y se acerca a la mesa.

FUNCIONARIO- (Quitándole el cigarrillo de la boca a Mónika.) Está prohibido fumar en esta sala.

Tenso silencio. Miradas desafiantes durante unos segundos.

PERIODISTA- Se lo he dado yo. No sabía que estaba prohibido fumar.

FUNCIONARIO- Pero ella sí. (A Mónika.) ¿Verdad que tú sí lo sabes? ¿Eh?

MÓNIKA- ¿Y tú? ¿Sabes lo que está prohibido dentro de esta prisión? ¿O es que las normas sólo son para nosotras?

FUNCIONARIO- Cuidado Mónika…

MÓNIKA- Cuidado, ¿con qué?

El periodista interrumpe la tensión que se está generando.

PERIODISTA- (Al funcionario.) Si no le importa… No disponemos de mucho tiempo. Me gustaría seguir conversando con ella. A solas.

Silencio. El funcionario mantiene la mirada al periodista.

FUNCIONARIO- No deje ese bolígrafo a su alcance, podría clavárselo.

PERIODISTA- Lo tendré siempre en mi mano. Gracias.

FUNCIONARIO- Y tú, cuidado. Mucho cuidado. Mónika…

MÓNIKA- Que te den.

El funcionario mira a Mónika y esboza una sonrisa antes de salir canturreando.

FUNCIONARIO- Abre bien los ojos… Mantenlos siempre abiertos… No. No. No son los de tu cara… No. No. Que son los de tu espalda… de los que te hablo… Uohhh… Uohhh…

MÓNIKA- (Se da la vuelta y se asegura de que el funcionario ha salido.) ¿Tienes otro cigarro?

PERIODISTA- (Duda.) Claro.

MÓNIKA- Pues dámelo que el miedo puedo aguantarlo; pero el mono no.

El periodista se levanta y le acerca el cigarrillo. Repiten la acción de encenderlo. El periodista no vuelve a su silla, sino que se queda apoyado en el borde de la mesa y mira su reloj con nerviosismo.

MÓNIKA- (Dando una calada profunda.) Me encanta fumar. En mi país no lo hacía. Empecé cuando llegué al tuyo. (Suelta el humo por su boca con mucha delicadeza.) Es como un hilo blanco por el que la olla a presión se libera… Por unos minutos el infierno desaparece…

Breve silencio.

MÓNIKA- ¿Tú fumas?

PERIODISTA- No. ¡Digo sí! Sí fumo pero ahora no me apetece.

MÓNIKA- El tabaco es importante aquí dentro. Todas acaban fumando. Si quieres algo de alguien, sólo tienes que ofrecerle tabaco. Invita a un cigarrillo y tendrás amigas. Invita a un cigarrillo y hablarán contigo…

Incómodo silencio.

MÓNIKA- ¿Lo haces aposta?

PERIODISTA- ¿Qué?

MÓNIKA- Dejar el bolígrafo a mi alcance.

PERIODISTA- No.

MÓNIKA- Pues cógelo y sigue apuntando.

PERIODISTA- Sí, claro. (Coge el bolígrafo y el bloc. Permanece apoyado en la mesa.)

MÓNIKA- Cuando llegamos, un hombre nos esperaba con un coche en la estación de tren. Se presentó como el representante de la agencia. Me pidió mi pasaporte y mi móvil porque necesitaban redactar el contrato e iban a darme un móvil conforme a mi nueva categoría de modelo. No pasa nada, esto funciona así, todas las modelos lo hacen… Nosotros nos encargamos de todo… Tú sólo descansa para estar espectacular… Qué estúpida fui… (Da una calada a su cigarrillo.) Fuimos a un edificio de apartamentos. Bajamos a un sótano y mi acompañante me abrió la puerta. Me dijo que pasase y me sintiese como en mi casa, que él iba a descargar la maleta. Entré, y tras de mi cerró la puerta y echó la llave. (Da otra calada.) Acababa de entrar en el infierno…

El periodista vuelve a mirar su reloj.

MÓNIKA- ¿Tienes prisa?

PERIODISTA- No… Bueno, es que sólo disponemos de quince minutos para la entrevista…

MÓNIKA- Lo que te estoy contando es realmente lo que importa. (Da una calada.) Tranquilo, quedará tiempo para que me hagas la entrevista.

El periodista asiente con la cabeza.

MÓNIKA- Éramos cinco chicas. Cuatro polacas y una rumana. Ellas me lo contaron todo y me enseñaron todo. Ahora tenía una deuda de sesenta mil euros que tenía que pagar a través de mi cuerpo. ¿Puedes calcular cuántas veces tienes que dejar que te follen para reunir ese dinero? ¿Puedes?

El periodista niega con la cabeza.

MÓNIKA- Tres mil. Tres mil babosos a los que no conoces ni has elegido van a meter su polla en las partes de tu cuerpo que se les antoje sin que tu puedas negarte a ello..

Silencio. Mónika da un par de caladas pausadas y tira el cigarrillo al suelo.

MÓNIKA- La primera vez lloras, pero al cerdo que tienes encima le da igual. La segunda ya empieza a formar parte de un rosario en el que pierdes la cuenta y te parece que da la vuelta sobre sí mismo. (Pausa.) Te preguntarás si no protesté, si no le planté cara al hombre que me trajo hasta aquí… No le volví a ver. En su lugar aparecieron otros tres mucho menos amables que me quitaron la voz a base de palizas. No la capacidad de hablar, no, las ganas. Me quitaron las ganas de comunicarme y de cualquier otra cosa que podamos hacer las personas. Me convirtieron en una sombra, en un espíritu con la cara maquillada y bragas con liguero. El pasado y el futuro se borraron de inmediato. Respirar un día más dejó de importarme porque ya no sabía ni en qué día estaba. (Pausa.) Así llegué a tu país. Así llegan muchas. Más de las que puedas imaginar. Todas las semanas. No darías abasto para entrevistarlas a todas… Pero eso da igual, ¿verdad? Escuchada una Mónika, escuchadas todas…

Silencio.

MÓNIKA- ¿Te importa que me siente?

PERIODISTA- No, por favor.

Ambos vuelven a sus respectivos asientos.

MÓNIKA- Haz las preguntas de tu entrevista.

PERIODISTA- (Carraspea.) La noche en la que ocurrió todo… ¿Podrías identificar a aquellos hombres?

MÓNIKA- Claro que puedo. Nosotras siempre sabemos quiénes son, no dejan de fanfarronear sobre ello… (Pausa.) Aquella noche éramos cuatro chicas. Nos llevaron a un chalet a las afueras de la ciudad. Allí había una veintena de hombres, casi todos habituales, personas con un interés especial a las que hay que tener contentas y para las que nos teníamos que abrir de piernas gratis. No era la primera vez que hacíamos eso para ellos. Gente importante. Políticos, empresarios, policías… Gente que maneja todo lo que nos rodea.

PERIODISTA- Entiendo.

MÓNIKA- No, no entiendes nada. Ni tú ni nadie. A esos hombres no les importa nada, ¿puedes aproximarte a ese concepto?, nada. NA-DA. Sólo quieren meter su polla en un despojo sin nombre con lencería bonita y cara maquillada. NA-DA. Ellos no ven mujeres. Sólo ven trozos de carne para desarrollar sus perversiones reprimidas, para su disfrute más oscuro.

Silencio.

PERIODISTA- El hombre al que tú… Bueno, ya sabes… ¿Sabes quién es?

MÓNIKA- Ese cerdo me metió en su habitación para él solo. Sacó una cámara de vídeo y me dijo que me desnudase, eso ya lo habían hecho más veces. Me ordenó que me pusiese a cuatro patas. Entonces abrió la puerta del cuarto de baño contiguo y sacó a su perro. Me incorporé asustada y él me tumbó de un puñetazo. Yo sangraba por la nariz. El perro se abalanzaba sobre mí ladrándome y escupiendo sus babas sobre mi pecho mientras aquel hombre lo grababa todo y gritaba: “¡Vamos campeón! ¡Fóllatela! ¡Fóllate a esta perra!” Alcancé un bolígrafo que había en la mesilla y se lo clavé al animal en un ojo. El hombre soltó la cámara y se abalanzó sobre mí. Supongo que fue un acto reflejo, ni siquiera recuerdo haberlo pensado, pero le clavé el bolígrafo a él también en el cuello y salí corriendo de la habitación. Nadie se dio cuenta. En el salón había cinco hombres, tenían a una de las chicas amordazada y la estaban metiendo todo tipo de instrumentos. Estaban tan fuera de sí mismos que ninguno se dio cuenta de que salí. Excepto los perros. Ellos sí se dieron cuenta. Cuando aquellos hombres me cogieron tres de sus perros me estaban destrozando viva… Aún no había soltado el boli… ¿Qué puede hacer un boli contra tres perros? Nada. Tal vez hubiese sido mejor que me dejasen ser devorada por ellos. Todo habría sido más rápido… (Pausa larga.) Claro que sé quién es el hombre al que le clavé el bolígrafo. Y seguro que tú también…

PERIODISTA- ¿Puedes decirme su nombre?

MÓNIKA- No. Aquí llega mucha información… Sé que está en coma, hospitalizado. Quiero que cuando despierte el miedo le devore por dentro. Quiero que se pregunte si he dicho su nombre. Yo moriré aquí, pero quiero que el viva. Que viva muriendo por dentro.

Silencio. El periodista baja la mirada y subraya algo en su bloc. Se escuchan unos pasos al otro lado de la puerta.

MÓNIKA- Creo que nuestro tiempo se ha terminado.

El funcionario de prisiones abre la puerta y entra.

FUNCIONARIO- Se acabó el tiempo.

El funcionario se acerca a Mónika y cogiéndola por un brazo hace que se ponga en pie.

MÓNIKA- (Al periodista fijando su mirada en él.) Déjame que te pregunte algo. ¿No te parece extraño que en esta sala de visitas no hayamos coincidido con nadie más, que sólo estemos tú y yo?

FUNCIONARIO- Vamos.

MÓNIKA- Deberías ponerle título a tu entrevista. Todas se llaman Mónika está bien. Me gusta. Aunque, todas se llaman Mónika y mueren sin que nadie lo sepa, es más completo.

El funcionario encamina a Mónika hacia la puerta y salen.

MÓNIKA- (Saliendo.) Todo el mundo se llama Mónika, incluso tú, aunque prestes otros servicios…

                  Silencio.

                  Suena el móvil del periodista.

PERIODISTA- ¿Sí? {…} Acabo de hablar con ella. {…} Es lista. Me ha dicho algo raro… {…} Me ha preguntado si no me parecía extraño que estuviésemos solos en la sala de visitas. {…} No, no me ha reconocido… {…} Sí. Sabe quién es. {…} No. Estamos jodidos. Esta hija de puta es más lista que las otras… {…} Habla con Román, que mueva sus hilos aquí dentro y se deshaga de esta zorra. {…} Sí, inmediatamente. {…} Ok. Chao.

El periodista cuelga y sale de la sala.

                  Silencio.

La luz se va apagando lentamente y sólo un haz cenital, que recae sobre el bloc y el bolígrafo dejados en la mesa, aguanta unos segundos más. Oscuro final.

 

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