EN LAS ORILLAS DEL MONCAYO

Libro Inédito de Trinidad Ruiz Marcellán
(selección de 4 poemas para la Revista  Imán)

 

ESTO NO ES UN POEMA

 

Trinidad RuizSi esto fuera un poema robaría las palabras de aquí y de allá para instalarlas en el extremo del verso, en el sigilo de las notas que dan voz a la vida  o, como el gorrión,  construiría mi casa entre los huecos de sus ramas brazos.

Pero esto no es un poema.

A menudo la vida desgrana las plumas alas mal heridas resquebrajando el oxígeno necesario que dispare como una carta de amor.

Se me cayó el alma por la intemperie desapareciendo la esperanza. Hasta la casa se hace tumba y ahora un mundofuera de este mundo es el mapa de tu mirada.

Ahora los campos y los relojes sostienen tu aliento. Busco la palabra exacta que dé vida a esta desolación. Cómo es la amargura instalada en tus ojos habitados de negro.

A menudo pongo el corazón en tus manos y no en los escasos términos sembrados. La nieve y las apariciones quedaron atrás. Transita frío en ti. Contempla, como quien vive su libertad desde la cumbre, cuando abajo rodeas el boj que, como tú, decidió quedarse definitivamente en estas tierras, en las laderas con energía, en los espacios vacíos vivos de la memoria, en las orillas del Moncayo.

Paso necesario de contemplación que espera la ráfaga de luz. Murmullo del agua hasta el mar ahora del norte. Sigo buscándote, desolación habitada, amparo desnudo de dolor. Esto podría ser un arrebato, pero nunca un poema.

 

 

 

 

NO NECESITO

un ramo de flores

de quienes amo y me aman,

un trueno de paz

que contigo

me devuelva el misterio

de la profundidad.

No necesito

la montaña misteriosa

para dar luz a los árboles

como seña del Universo.

Ni deseo el Paraíso

en parques y jardines.

Sin palabras

no necesito

las redes invisibles

que aprieten nuestros corazones

como un funeral

transformando el paisaje.

No necesito

esas notas que provocan

la huella enfurecida

cuando tendida en el Universo

inventas mi vida.

Ya nada necesito.

 

 

DESDE MI VENTANA

veo jadear los perros

en el pedregal

mientras tus huesos redoblan

con el cierzo.

Huele a humo

este árbol de sombra

de buena suerte y resina

como llama en pie

testigo de nuestro hogar

envuelto en niebla y mirada cansada.

Desde mi ventana

tu risa y mi voz

llegan hasta el avispero del Olivo.

La eternidad viene contigo.

Tu voz y mi risa

laten juntas

espejo con espejo.

Al otro lado de la ventana.

 

 

 

NO ESCRIBO

por escribir.

Cuando declina la noche

no escribo

como la luz

a oscuras

como el argayo

desprendiendo mi vida.

Tuve un amor

me dio un beso

y se fue.

Cómo le quise.

A diario me pregunto

dónde

dónde estará ahora.

Dame buenas noticias,

miénteme,

almenara.

 

Un día tuve un amor.

Y no lo digo por decir.


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