Un cuento, una sonrisa revista imán 22UN CUENTO, UNA SONRISA

Cualquier asociación pretende trascender más allá de lo que es una actividad puramente individual. Nos juntamos para tener más fuerza y poder hacer cosas que de uno en uno no podríamos. Para quienes formamos parte de la Asociación Aragonesa de Escritores lo principal es escribir, sin duda, pero además de ese afán tenemos otros y uno muy importante es difundir la literatura y la cultura. Allí donde hay una biblioteca o un club de lectura, ahí estamos nosotros.
Cuando algún compañero tiene una idea, lo inmediato es ayudarle a ponerla en marcha. Una vez realizada pueden ocurrir dos cosas, que se consolide o que no se vuelva a repetir. Cuando han pasado un buen número de años y una actividad sigue activa es que ha tenido un indudable éxito y este es el caso de “Un cuento, una sonrisa” que fue ideada y mantenida desde el principio por nuestra compañera María Pilar Callizo, a quien le quiero dar las gracias en nombre de todos.
He participado en varias ocasiones y debo decir que es una de esas actividades que te dejan huella. Ver a un niño enfermo es algo muy duro y ayudarle a tener alguna alegría en esos momentos nos reconforta, por lo que ir a verlos y leerles un cuento o un relato y regalarles libros es algo maravilloso. Lo mismo ocurre al hablar con los sanitarios que los atienden, que luchan día a día por mejorarles sus condiciones de vida y que nos agradecen muy sinceramente el esfuerzo que hacemos para darles un poco de alegría.
Ya hemos superado los diez años y, si sigue habiendo niños enfermos, llegaremos a muchos más.

Javier Fernández López.
Presidente Asociación Aragonesa de Escritores.

Diez años de ‘Un cuento, una sonrisa’

Un cuento, una sonrisa revista imán 22La Asociación Aragonesa de Escritores, en colaboración con Aspanoa, acude dos veces al año a Oncopediatría para leer cuentos a los niños con cáncer
Diez años se cumplen ya de la actividad ‘Un cuento, una sonrisa’, por la que miembros de la Asociación Aragonesa de Escritores acuden dos veces al año a la Unidad de Oncopediatría del Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza y al aula hospitalaria de este mismo centro para leer cuentos a los niños y adolescentes que están ingresados.
Se trata de una acción muy querida por parte de todo el equipo asistencial de Aspanoa, la asociación que atiende a los niños con cáncer de Aragón y sus familias desde hace más de 30 años. Una actividad distinta, que se aleja de los habituales talleres y juegos que organizamos todos los días, y que permite acercar la cultura a los más pequeños y conocer en persona a escritores aragoneses.
Cada año, la Unidad de Oncopediatría registra alrededor de 40 diagnósticos nuevos de cáncer infantil. En este centro son atendidos todos los niños con cáncer de Aragón y buena parte de los de La Rioja, ya que esta comunidad carece de unidad de Oncopediatría y deriva preferentemente a sus menores a Zaragoza. Pero como los tratamientos son largos -se prolongan como poco varios meses y pueden durar varios años-, el número de niños que atiende anualmente esta unidad supera los 200.
Recibir la noticia de que un hijo tuyo tiene cáncer es un shock tremendo. En Aspanoa solemos decir que cuando un niño enferma de cáncer, enferma con él toda la familia: sus padres, sus hermanos, sus abuelos… Es un momento de incredulidad, de no saber qué pasa, de preguntarse cómo es posible que un niño tan pequeño pueda tener un cáncer cuando en teoría se trata de una enfermedad más propia de adultos o personas mayores.
De ahí que en Aspanoa despleguemos servicios indispensables para apoyarles, tanto en el propio Hospital como en nuestro centro asistencial en Zaragoza. Contamos con dos psicólogos y con una trabajadora social que ayudan al niño y a la familia a afrontar momentos tan duros. Articulamos otros servicios complementarios como los de fisioterapia o musicoterapia. Apoyamos económicamente a la familia pagando el desayuno, la comida y la cena del padre o la madre del niño ingresado, para que puedan comer con él en la habitación; y disponemos también de un piso de acogida junto al Hospital Infantil donde pueden alojarse las familias de fuera de Zaragoza que deben desplazarse durante meses hasta la capital aragonesa para que sus hijos reciban tratamiento.
Un cuento, una sonrisa revista imán 22Invertimos también en investigación. De hecho, gracias a la financiación de Aspanoa, se han podido poner en marcha los primeros proyectos contra el cáncer infantil de la historia de Aragón. Sabemos que la investigación es la medicina del mañana y solo a través de la ciencia conseguiremos que algún día todos los niños se curen. Pero hay que tener esperanza, en España, cerca del 80% de los niños con cáncer se curan.
Por supuesto, es indispensable normalizar la situación lo más posible. Por eso nos esforzamos en humanizar la Unidad: la decoramos según el momento del año (Navidad, carnavales, Halloween, fiestas del Pilar…), tenemos una televisión gratuita en cada habitación, una wifi de alta velocidad en toda la planta, consolas, juegos de mesa… Todo ello gracias a la inmensa solidaridad de todos los aragoneses.
No nos tenemos que olvidar de que los niños con cáncer siguen siendo niños y es fundamental atender sus necesidades de juego y socialización. Por ello, nuestros voluntarios van a jugar con ellos todas las tardes de lunes a viernes, y también organizamos diferentes talleres temáticos. Uno de ellos, muy apreciado por todos los niños, es ‘Un cuento, una sonrisa’.
Es muy importante pensar que el proceso educativo de la inmensa mayoría de los niños con cáncer, exceptuando los más pequeños, cambia por completo durante el tratamiento. No pueden ir al colegio, donde están sus amigos, y eso se intenta paliar a través del aula hospitalaria y las nuevas tecnologías, fomentando las videoconferencias y el envío al niño de diferentes actividades por parte de los colegios. ‘Un cuento, una sonrisa’ contribuye también de alguna manera a seguir acercando la educación y la cultura a los más pequeños.
Esta actividad, coordinada magníficamente por María Pilar Callizo durante todos estos años, ha permitido que los niños conozcan a decenas de escritores y escuchado cuentos de temáticas muy variadas. Es increíble ver el esfuerzo que todos los profesionales habéis hecho para hacer que nuestros niños pasen un rato entretenido, agradable y lleno de cultura. Incluso en los últimos años, gracias a la musicoterapeuta de Aspanoa, Mónica Romero, se ha impulsado que la lectura de estos cuentos esté ambientada a través de la música, creando una atmósfera preciosa y todavía más abierta a la imaginación.
Queremos daros las gracias a todos los miembros de la Asociación Aragonesa de Escritores por ello. Vuestra solidaridad y compromiso social nos emociona profundamente. También nos gustaría transmitir nuestro agradecimiento a El Corte Inglés, que siempre os entrega varios juguetes para que podáis dárselos a los chicos al finalizar la actividad, haciendo que esta tarde sea todavía más redonda.
Además, nos hizo muchísima ilusión que en vuestro último acto institucional anual quisierais reconocer nuestra labor social entregándonos un galardón que, con orgullo, tenemos expuesto en nuestro centro asistencial en Zaragoza.
Gracias de corazón por esta década de cuentos y sonrisas. Gracias por vuestro esfuerzo y cariño. Gracias por todo.

Juan Carlos Acín Aguilar
Gerente de ASPANOA

 

MIS RECUERDOS DE “UN CUENTO, UNA SONRISA”

© José Luis CORRAL, 2020

Era junio y hacía calor.
No había demasiada gente en el hospital. Yo aguardaba el ascensor que me iba a llevar hasta la planta de Pediatría, donde María Pilar Callizo esperaba a los escritores que íbamos a participar en una actividad llamada “Un cuento, una sonrisa”.
—Se trata—me había dicho María Pilar— de que vengas al hospital y les leas un cuento a los niños que están hospitalizados. Puede ser un relato tuyo o , si lo prefieres, quizás el de algún otro autor. Lo podemos organizar como una actividad de la Asociación Aragonesa de Escritores.
—Por supuesto, cuenta conmigo y con la Asociación—le había respondido—. Leeré alguna página de un libro que escribí hace unos años. Se titula Los tres amigos, y trata de cómo dos niños, uno cristiano y otro musulmán, y una niña judía se enteran de la conquista de Zaragoza por los aragoneses y viven y sufren, sin entenderla, la guerra de los mayores.
—Vale— me dijo María Pilar.
Las puertas del ascensor se abrieron y me dirigí a la sección de oncología infantil.
En una sala bien equipada con juegos de mesa, algunos libros y mobiliario pequeño, como en una clase de párvulos, había cuatro niños y cuatro niñas, de entre cuatro y doce años de edad.
Yo llevaba mi libro entre las manos. Había marcado con una tirita de papel la página que tenía intención de leerles.
Cuando observé las caras de los niños, a los que acompañaban cuatro personas del personal sanitario, sentí una profunda emoción. Pronto acabaría la primavera y el curso escolar y, por lo que supe, algunos de aquellos niños seguirían durante varias semanas más ingresados en el hospital.
Entonces recordé los largos, larguísimos, veranos de miinfancia; aquel tiempo de sol y de primera sensación de libertad, de tiempo detenido en días calurosos de piscina y montaña, de noches tibias bajo estrellas y susurros.
Sentí que aquellos niños no iban a disfrutar de aquel verano, pero que yo tenía la inmensa suerte de poder contarles una historia para que su imaginación los llevara a otros mundos, a otros tiempos, a otras sensaciones…
Abrí el libro por la página señalizada y comencé a leer:
—“Pero somos amigos… Y somos iguales (…).Si pudieran ver lo que hoy está pasando en el mundo, seguro que seguirían luchando para que nadie fuera discriminado por ser diferente”.
Tras aquella primera experiencia han venido otras más. Solo espero que aquellos niños que escucharon nuestros cuentos hayan crecido siendo un poco mejores. Y que hayan disfrutado del verano.
Solo eso.

Más libros, más libres

El pequeño, con un pijama de hospital que apenas se le sostiene por los hombros, mantiene el cuello inclinado hacia atrás, la boca abierta y no parpadea ni un solo instante. De repente, al oír la palabra ogro, ¿o era bruja?, frunce el ceño, aprieta los labios, se enfurece…. Pero, de repente se oye un “PUMMMM”, y ríe a carcajadas cuando el malísimo de la historia se da de bruces contra el suelo. El pequeño oyente se levanta triunfante, pero en su ímpetu olvida el latoso gotero al que va esposado. ¡Ayyyyy!, se lo sujetan rápidamente, se interrumpe la lectura y al momento vuelven al cuento, a unir palabras que crean historias, que dibujan héroes, que inventan mundos que incitan a fantasear, a sentir emoción, a empatizar con la tristeza, a disfrutar de la victoria….
Desde hace diez años, la Asociación Aragonesa de Escritores acude al Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza para hacer algo tan sencillo y a su vez tan maravilloso como contar cuentos a los niños ingresados. Lo hacen coordinados con los profesores de la escuela del Hospital en actividades en el aula, o de la mano de Aspanoa, en la planta de Oncopediatría. Los escritores le han llamado a esta actividad “Un cuento, una sonrisa” y el objetivo es ese, generar sonrisas a través de la lectura. Voluntariamente, estos autores dedican su talento y regalan su tiempo para leer a los chavales cuentos o poesías, propios o de otros escritores.
Pero con esta acción, estos creadores devoradores de libros no solo están haciendo pasar un buen rato de evasión a los niños y sus familias, que ya es razón de peso para elogiarles. Con estas sesiones, los autores están contribuyendo además a la difusión de la literatura. Frente a la tele y todas las consolas habidas y por haber, estos escritores se sientan delante de los niños, apuestan por la letra impresa y la tradición oral y les incitan a crear, a curiosear a inventar un nuevo final de cada historia.
Al ya desaparecido Tierno Galván se le atribuye la cita “más libros, más libres”. Eso todavía no lo saben los pequeños. Pero sí, leyendo buenas lecturas serán más libres. Ahora pueden divertirse, idear y entretenerse, pero si nuestros escritores consiguen despertarles el gusanillo de la lectura y que se enganchen a ella, luego esos chavales curiosearán, buscarán, investigarán, estudiarán y reflexionarán. Porque la lectura permite conocer mundos pasados que no se deben repetir, ayuda a buscar referentes que no se tienen que olvidar jamás, pero, sobre todo, incita a pararse y pensar, a cuestionar lo que vemos, lo que oímos y lo que somos nosotros mismos para siempre intentar mejorar.
Gracias a todos estos escritores por venir al Hospital. Gracias sobre todo a María Pilar Callizo, como coordinadora de la actividad, por su constancia en la organización de las diez ediciones de “Un cuento, una sonrisa” y, sobre todo, por seguir pensando que la buena lectura nos hace mejores.

Pachica García Inda
Comunicación Sector Zaragoza 2
A.Primaria /Hospital U. Miguel Servet

TEXTO DE JESÚS, ALICIA Y ESTHER

Profesores del Aula Hospitalaria Hospital Infantil Miguel Servet.- 21 de marzo de 2020

Es un día de diciembre. Hacia mitad de mañana suena la puerta del aula hospitalaria. Quiénes entran son escritores de la Asociación Aragonesa de Escritores que vienen a aportar su granito de arena para hacer más confortable la estancia en el hospital de los niños que permanecen ingresados en unos días tan señalados y mágicos entre los “ peques “ cómo son los de Navidad.
Este día se remonta diez años atrás, cuando los escritores de la Asociación nos visitaron por primera vez al Hospital Materno Infantil de Zaragoza para realizar la actividad que lleva por título “ Un cuento, una sonrisa “.
Quiénes escriben estas líneas son los maestros de esta pequeña pero acogedora escuela de hospital que agradece cada año la colaboración de la Asociación de Escritores Aragoneses.
Sentimos con mucho cariño los recuerdos que provocan las lecturas, cuentos, leyendas, aventuras…,en los chicos viajando a lugares y mundos fantásticos que los alejan de la enfermedad, humanizando su ingreso hospitalario tanto en Navidad así como en la visita que coincide con la Feria del Libro de Zaragoza.
La complicidad entre los niños y los escritores comienza a modo de ritual cuando los primeros se sientan en un semicírculo alrededor del escritor imaginando ceremonias ancestrales en torno a un fuego sagrado y a un sabio del lugar que expresa desde los tiempos más remotos de la humanidad su legado, las trasmisiones que pasan de generación en generación.
Historias que acaban muchas veces en un clásico “ Colorín colorado… “ y un fuerte aplauso dónde nada importa en ese momento vivido de muchas emociones los goteros o las sillas de rueda que acompañan a nuestros pequeños héroes.
La satisfacción se refleja también en los escritores que nos acompañan esa mañana y donde todos ellos manifiestan su abierta disposición a repetir la experiencia en una nueva ocasión.
Finalmente solo nos cabe decir a los maestros del aula hospitalaria: Muchas gracias y muchas décadas de aniversario que podamos celebrar juntos con
“ Un cuento, una sonrisa “.

 

“UN CUENTO, UNA SONRISA” EN EL AULA HOSPITALARIA

Han pasado seis años desde que llegué al Aula del Hospital Infantil de Zaragoza como maestro.
En este tiempo hemos ido abriendo el Aula a entidades y colaboradores que complementaran nuestra actividad docente, que acercaran, en la medida de lo posible, todo aquello que la enfermedad les impide a los niños y niñas del hospital disfrutar y que favorezca su aprendizaje y formación, teniendo siempre presente contribuir con ello ampliamente a su bienestar emocional.
La Asociación Aragonesa de Escritores hacía ya tiempo venía acudiendo con ese espíritu de divulgar la lectura, los cuentos, la poesía…. como formativo, ocio y disfrute emocional para los niños y niñas de Oncopediatría.
Y en un momento dado, de una forma fluida, natural, se unieron a las actividades del Aula de forma generosa.
Fue un encuentro fructífero que en seguida nos llevó a incorporar “Un cuento, una sonrisa” todos los años un poco antes de Navidad, a la vez que se hacía en Oncopediatría y cuando era “La feria del Libro” en Zaragoza, allá por junio, volvían los cuentos y los escritores al Aula.
Como me ha llamado siempre la atención el esfuerzo que hacían por contar cuentos de forma amena para los niños y niñas pequeños: se preparaban teatrillos, accesorios, los ensayaban… buscaban entre los que contaban a sus hijos o los escribían de propio.
Siempre había ilusión y mucho cariño en sus voces para los niños y niñas del Hospital.
Y los más mayores… que serios, encontrarse con un escritor de verdad que les ponía delante sus libros y les trasmitía el entusiasmo por la escritura y la lectura.
¡Qué charlas más jugosas y más participativas, en pequeño grupo, con un escritor de carne y hueso!
Y al final, los libros donados generosamente, para mayores y pequeños, los detalles para todos los chicos y chicas del Aula.
Muchos de los libros de los propios autores nos han servido luego para fomentar la lectura, ofreciéndolos junto con la idea de que aquí estuvo el escritor y nos contó confidencias de su libro.
Se acaba la mañana y las fotos que no falten, para que no se pierda el recuerdo del buen momento pasado.
Vendrán muchos años más, seguro, seguirán contándose cuentos y abriéndose libros, para que los chicos y chicas del Hospital tengan muchas mañanas de ilusión y bienestar.
Un abrazo y hasta siempre a la Asociación Aragonesa de Escritores Generosos y en especial a María Pilar Callizo cuya labor es admirable.

Eduardo Guillén Catalán
Maestro Aula Hospitalaria Hospital Infantil

 

“Un cuento, una sonrisa”. Lectura de cuentos para niños hospitalizados. 10º Aniversario

Un cuento, una sonrisa revista imán 22

Sin ser consciente de ello, la actividad no nació hace diez años, sino cuando era pequeña. Como todos los niños, alguna vez, he estado enferma. Mis defensas tuvieron que luchar contra invasores que pretendían debilitar mi cuerpo. Mientras esto sucedía, no me encontraba muy bien. Recuerdo que me dolía la garganta, las anginas no me dejaban tragar… Recibía las atenciones cuidadoras y llenas de amor de mis padres, y la visita especializada de mi amigo el doctor; además, poseía un bálsamo maravilloso de –fierabrás- (Don Quijote): los cuentos.
Mi madre y mi bisabuelo Joaquín eran grandes contadores de cuentos. Lo hacían tan bien, que mágicamente como “Alicia en el país de las maravillas” seguía al protagonista del cuento, fuera el conejo blanco -que llegaba tarde-, u otro personaje. Mi imaginación se introducía en la trama para vivir sus vidas, que en ese instante, eran también mi vida: reía, corría, me enfadaba… Tocada por la barita mágica del –país de los cuentos- mi dolor desaparecía y cuando regresaba de mi aventura, estaba tan feliz y satisfecha que casi siempre me dormía; seguramente para regresar, a través de los sueños, al mundo de los cuentos donde nada es imposible.
Me han leído muchos cuentos y desde muy pequeña, cada Nochebuena, compartía con mi familia el cuento que había escrito para esa noche especial, por la calidez y la alegría que se respiraba.
Los años pasaron acompañados de mis cuentos. Mi familia me recomendaba publicarlos, pero no estaba entre mis sueños. Hubo un tiempo en que la magia de los cuentos se marchó y su espacio lo ocupó la tristeza. Sillas vacías que apagaban el brillo de la noche cálida.
Un día cualquiera, el hada madrina regresó, pellizcándome la imaginación. Me obligó, casi a empujones, a sentarme para que escribiese el próximo cuento de Nochebuena. Así lo hice, y cuando lo terminé, me senté sola al lado de las sillas vacías para leérselo en primicia. Me sonrieron. Sentí de nuevo el aire cálido y feliz que respiraba de niña.
Ese cuento fue mi primera publicación, porque soñé que los –cuentos nacen para ser compartidos-.
Pertenezco a la Asociación Aragonesa de Escritores desde el año de su fundación.
Todos los años, como los niños cuando terminan el curso escolar en junio, los escritores de la asociación lo finalizamos con un congreso. Cada año en un lugar diferente de Aragón, pues queremos aportar la poesía, novela, cuentos… a todos.
En uno de esos congresos propuse llevar a cabo la actividad “Un cuento, una sonrisa”. Antes de esto consulté la opinión de un experto: mi amigo Joaquín Callabed (prestigioso pediatra además de escritor), pues la actividad estaba pensada para niños hospitalizados. Al Dr. Callabed le entusiasmó y me animó a presentarla. Fue en Calatayud. Presidía la AAE el escritor José Luis Corral. Se aprobó por unanimidad. Desde entonces “Un cuento, una sonrisa” comenzó a caminar con la colaboración imprescindible del Hospital Miguel Servet de Zaragoza y de Aspanoa.
“Un cuento, una sonrisa” se lleva a cabo dos veces al año. Comenzó en la navidad de 2009, fecha entrañable. Cuando el invierno viste de cuento las calles de nuestra ciudad, los escritores vamos a Oncopediatría y al Aula Hospitalaria para llevar un pedazo de esa alegría encerrada entre las páginas de los cuentos. La otra fecha es la Feria del Libro de Zaragoza, fiesta del libro en la calle. Desde el 2011 “Un cuento, una sonrisa” forma parte de las actividades de la Feria.
La actividad tiene su logo desde sus comienzos: una –brujita- a la que le gusta mucho leerles cuentos a los niños. Se conocía por su sombrero, que dibujé con su trébol de cuatro hojas.
A lo largo del tiempo a la actividad se le han unido colaboradores solidarios. El primero fue la Imprenta Juan Parrilla, con su cartelería; después El Corte Inglés, Librería Cálamo, Librería General, Editorial Delsan, Floristería La Orquídea, Le Petit Veva, Asociación Amas de Casa del Moncayo de Bulbuente, Librería París, Editorial Cosquillas. Con sus libros y juguetes, que me han confiado para regalárselos a los niños en su nombre. También voluntarios de Aspanoa, y en los últimos años, Mónica (musicoterapeuta de esa asociación) que ha puesto música a la lectura de los cuentos; Alberto (del grupo B Vocal) y Paola (Producciones Monette).
En 2019 la AAE celebró el 10º Aniversario de la actividad. Paula Castillón Martínez colaboró con la ilustración de la –brujita-. La Asociación Aragonesa de Escritores otorgó reconocimientos por su gran labor a la doctora Carlota Calvo (Jefa de Oncopediatría e investigadora del cáncer infantil), a Aspanoa y a los profesores del Aula Hospitalaria del Hospital Infantil Miguel Servet. Nuestro presidente, Javier Fernández, les entregó una escultura de nuestra brujita realizada por la artesa aragonesa Mari Mar Marcuello. No me olvido de mis queridos compañeros: los escritores, parte especial de la actividad, porque la razón de ella es que los propios escritores leyesen a los niños sus cuentos. Han colaborado hasta la fecha más de cincuenta:

Adolfo Burriel, Alejandro Corral, Alfonso Plou, Amadeo Cobas, Amparo Sanz Abenia, Ana Alcolea, Ana Tortosa, Angélica Morales, Anaís Pérez Layed, Antón Castro, Asun Velilla, Blanca Langa, Carlos Tundidor, Carmen Aliaga, Carmen Bandrés, Carolina Millán, David Lozano, Fernando Burbano, Fran Picón, Javier Aguirre, Javier Fernández, Javier Romero, José Ángel Monteagudo, José Antonio Prades, José Luis Corral, Julia Romero Soriano, Luis Bazán, Luis Zueco, Luisa Miñana, Manuel Cortés, Manuel Forega, Mar Blanco, Mari Carmen Alejaldre, María Dolores Tolosa, María José Pellejero, María Otal, María Pilar Martínez Barca, María Teresa Ezquerra, Michel Suñén, Miguel Ángel Yusta, Miguel Carcasona, Miriam Gómez López, Nacho Escuín, Pilar Aguarón, Pilar Hernandis, Pilar Moros, Ricardo Díez Pellejero, Rosa Valiente, Susan Herzog, Trinidad Ruiz Marcellán, y yo misma.
Los verdaderos protagonistas de “Un cuento, una sonrisa” son los niños hospitalizados, porque para ellos nació la actividad.

Mª Pilar T. Callizo Giménez
Escritora y coordinadora de la actividad


GRACIAS POR ACEPTAR nuestras cookies, son simplemente para las estadísticas de visitas en Google.

Ver política de cookies
 
ACEPTAR

Aviso de cookies
Ir al contenido